Mitos y verdades de las protestas de Chile

Foto/EFE

Las razones detrás de las protestas en Chile no son las esgrimidas y repetidas por la prensa

Por: Esteban Zapata

Ya ha pasado más de un mes del caos chileno, mal llamado “estallido social”, durante el cual el país más próspero de Latinoamérica se convirtió en un país tercermundista, gracias a una izquierda encerrada en la mentalidad marxista, que mantiene la lucha de clases (pueblo versus élite) como forma de protesta. Y gracias también a la prensa chilena e internacional que tergiversó lo que pasaba en Chile, se han creado mitos acerca de estas. Algunos de ellos pasarán a ser desmentidos.

Protestas en Chile
Protestas en Chile (Foto: Flickr)

Mito 1: este es un movimiento transversal sin distinción de ideologías

Desde el principio de las protestas nunca hubo una transversalidad de ideas. La extrema izquierda, que creó este monstruo en primer lugar, busca instaurar por la fuerza una asamblea constituyente parecida a la venezolana y para ello se organizó en una “mesa de unidad social”. Este grupo está formado por 143 organizaciones sociales, sindicatos y federaciones estudiantiles. Algunos miembros son la CUT (Central Unitaria de Trabajadores), controlada por el Partido Comunista, el Colegio de Profesores, liderada por un miembro del Partido Humanista, partido del Frente Amplio, el grupo “No + AFP”, ANEF(Asociación Nacional de Empleados Fiscales) y el grupo Ukamau. Son ellos los que mantienen las protestas en la calle y su intransigencia es total: constitución “ciudadana” o las protestas siguen.

En tanto, la antigua Concertación y un sector pequeño de los partidos de centro-derecha (incluido del presidente) quieren un plebiscito en abril para decidir si se escribe una nueva Constitución o no. Se ha llamado a esto “acuerdo por la paz social”, pero este pacto es frágil debido a que la centro izquierda, que debería ser moderada, exige que participen en esta votación los niños de 16 años. ¿La razón? Fueron ellos los que comenzaron las protestas en el metro, que culminaron en 80 estaciones destruidas, y también la gran mayoría tienen ideas de corte progresista y anticapitalista, gracias al adoctrinamiento en el sistema educativo.

Y por último, la derecha conservadora y libertaria está en contra de crear una nueva Constitución y fueron los únicos en oponerse a las marchas desde el principio. Lo que se observa en Chile más bien es una polarización extrema con tres posiciones definidas muy distintas entre sí.

Mito 2: la ciudadanía salió espontáneamente a marchar por la desigualdad

El “pueblo” y la ciudadanía nunca salió a marchar en contra de una supuesta desigualdad o en contra de los “abusos del sistema”. La gran mayoría de la población se quedó en casa o trató de impedir los saqueos en sus barrios en varias ciudades de Chile. Solo marcharon los activistas de izquierda mencionados anteriormente, gente manipulada por los sloganes que la prensa y la televisión les decían, los jóvenes menores de 35 años de clase alta, con ideas socialistas y progresistas, y los jóvenes controlados por los narcos y las barras bravas.

Ahora una cantidad no menor de personas que participaron de la “marcha del millón” observan una vez más que fueron utilizados por operarios políticos, tal como pasó en el 2006 y en el 2011 y se arrepienten de ser partícipes de estas marchas que nunca fueron pacíficas en primer lugar: cortes de tránsito, quemar objetos en la calle y destruir semáforos, edificios públicos, monumentos e iglesias.

Mito 3: en Chile se tortura, mata y viola

De los 24 muertos durante las protestas, 12 fueron por los saqueos (murieron por asfixia producto de los incendios que ellos provocaron), 5 fueron por ciudadanos, de las cuales 3 fueron por atropello debido al estado de ebriedad del conductor en cuestión) y solo 5 fueron por fuerzas del orden. Tampoco hay denuncias demostrables de torturas ni de violaciones (el caso de la mimo chilena fue exacerbado por las feministas al punto que fue creada una canción que terminó copiada en varios países). Lo único que ha habido es histeria colectiva que exacerba la violencia de los manifestantes ya que creen inequívocamente en relatos fabricados.

De las supuestas 220 lesiones oculares con pérdida de visión, los números reales indican que solo son 194 traumas oculares y únicamente 12 son con pérdida de visión y además, no se sabe de dónde provienen estas municiones, considerando la gran cantidad de hondas y municiones no letales que han aparecido en las marchas.


Mientras las protestas que derivaron en saqueos, desórdenes e incendios siguen sin control (se calcula que el 78 % de los arrestados tiene detenciones previas), a los carabineros se les quitó el respaldo debido a la inacción del gobierno de Piñera.

Sin embargo, ONGs internacionales como Amnistía (que es parte de la mesa de la unidad social) y Human Rights Watch ya establecieron que hubo “exceso de fuerza policial” durante las protestas y que tiene que realizarse una reforma policial, a pesar que en su propio informe se establece que hay más de 1800 carabineros heridos, 127 de gravedad.

En conclusión no existe evidencia de centros de torturas, desapariciones de personas o violencia sexual durante el toque de queda o durante este mes de protestas, solo manipulación psicológica.

Mito 4: vamos a recuperar la dignidad perdida por los 30 años de neoliberalismo

Si dignidad implica perder más de 150 mil empleos, de los cuales 60 000 se perdieron en noviembre, 4579 millones de dólares en destrozos, 20 000 pymes que podrían declarase en quiebra y que la economía de Chile esté entrando en recesión, con un crecimiento negativo y un dólar sobre los 800 pesos chilenos, entonces el concepto de dignidad está trastocado. Mientras la gente se humilla en las calles con el “juego pacífico” del “el que baila, pasa”, hay 13 000 cirugías canceladas y tampoco puede llegar tranquila la gente a sus casas gracias a que las marchas siempre terminan en violencia (y después hablan de ser empáticos).

El “movimiento social” ya estableció la mentira que Chile necesita una nueva Constitución de “derechos sociales” para superar el modelo “neoliberal”, aprovechando la ignorancia de la población que no sabe que las pensiones, sueldos, tarifas, salud y educación no se establecen en una carta magna sino con leyes.

En resumen: Chile nunca “despertó”. Al contrario, se está hundiendo lentamente en una pesadilla gracias a la izquierda antidemocrática. La destrucción de Chile es la demostración que las ideas socialistas son un fracaso absoluto y que solo pueden ser aplicadas por la fuerza.


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