Por: Rodolfo Peña Flores
Costa Rica ha logrado avances en materia económica, social, ambiental y democrática por encima de potencias mundiales, cuando nos atrevemos a pensar en grande y con visión de futuro. Posterior a nuestra independencia nos abrimos al comercio internacional con la exportación de café, lo que nos permitió invertir en educación, salud y conectarnos con el resto del mundo con la construcción de ferrocarriles; eventos que nos marcaron hasta nuestros días junto a otras grandes transformaciones como el sistema de seguridad social, la abolición del ejército para priorizar la inversión en capital humano, el desarrollo del turismo en armonía con el ambiente, entre otras.
A las puertas del bicentenario debemos repensar el futuro como lo hicieron nuestros antepasados. Es nuestra obligación. Por eso, es inaceptable que se dude del proyecto del Canal Seco Interoceánico. Un proyecto de $16.000 millones de dólares, que generaría 80.000 empleos, que conecta con tres puertos y tres aeropuertos mediante una carretera de diez carriles y una línea férrea de 315 kilómetros.
Eso nos permitiría relanzar a Costa Rica como un centro conexión y servicios de logística para la región y el mundo. Es el proyecto más ambicioso en la historia del país que une nuestros océanos por la zona norte que conecta Guanacaste con San Carlos y Limón. Es un proyecto que no debe tardar treinta y dos años como la Ruta 27, ni cincuenta años como la nueva carretera a San Carlos. Ni tampoco se debe descartar, conociendo la necesidad de reactivar la economía en zonas vulnerables, con problemas de competitividad y de acceso a oportunidades, en medio de una recesión mundial producto de la pandemia del COVID-19.
Por eso, no logro entender como este Gobierno, que piensa en el futuro para algunos temas como el Plan Nacional de Descarbonización de la Economía al 2050, no integre en esa visión país el proyecto del Canal Seco Interoceánico, para activar la economía en provincias como Guanacaste que se encuentra limitada de oportunidades y directamente impactada por la crisis sanitaria.
El Consejo Nacional de Concesiones debe ser eficiente en el acompañamiento a la empresa privada durante una concesión así, no solo llegar y rechazar dos veces consecutivas esta iniciativa sin brindar facilidades para que cumplan las condiciones.
El Gobierno de la República debe salir al mundo en busca de inversión privada y facilitar todo tipo de condición para lograr alianzas público-privadas para hacer posible este proyecto. Cumpliendo además con los más altos estándares ambientales e infraestructura sin afectar nuestra riqueza natural y las condiciones de vida actuales de los pobladores de las zonas impactadas. Costa Rica se merece esta oportunidad, se merece que pensemos en grande una vez más.
—
Be the first to comment