La inflación más alta del mundo y el éxodo más grande de América tienen un rasgo común además de ser, ambos, fenómenos venezolanos: el silencio por parte del Estado. A esa costumbre de ocultar información, que se supone pública, el régimen de Nicolás Maduro sumó un nuevo indicador en el último mes: el petróleo.
La última vez que Venezuela conoció el precio de su crudo, el 8 de mayo, se cotizaba en 13,45 dólares, un monto por debajo del costo de producción y que, sin embargo, mostraba una recuperación luego de dos meses de caída. Ahora, en medio de una pandemia y del recorte mundial de la oferta petrolera, el panorama nacional es incierto.
Producción en caída
La producción petrolera de Venezuela cayó en mayo a 570.000 barriles diarios, según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), un retroceso que la ubica en niveles de hace más de siete décadas y ensombrece aún más el panorama de una economía devastada por las políticas económicas de la dictadura.
Con un pico de producción de 3,7 millones de barriles diarios (bd) en 1970, la industria petrolera venezolana ha involucionado a sus niveles más bajos desde 1943, cuando su oferta promedió 491.463 bd según cifras oficiales. El país, que tiene en el petróleo su principal producto de exportación y fuente de divisas, tenía entonces 4 millones de habitantes. La cifra en la actualidad asciende a 30 millones en la actualidad, pese a que millones han emigrado durante los últimos años, consecuencia del colapso económico, político y social.
Al ubicarse por debajo de los 600.000 bd, la oferta del país caribeño marca nuevos hitos en una caída sin freno durante la última década, que expertos atribuyen a decisiones erráticas, desinversión y corrupción.
Según la firma S&P Global Platts, Venezuela debió recortar en las últimas semanas aún más su erosionada producción por “limitaciones de almacenamiento” y “falta de petróleo liviano” para procesar su crudo extrapesado y hacer así comercializable la mezcla.
La estatal PDVSA, que estuvo entre las cinco principales petroleras del mundo y que hace 12 años producía 3,2 millones de barriles diarios, languidece.
Escasez de gasolina
La caída de la producción petrolera se repercute en la disponibilidad de gasolina. Así, se está dando la situación paradójica de una nación que alberga las reservas de petróleo más grandes del mundo y que se está quedando sin combustible.
El régimen achacó la escasez a las sanciones de Estados Unidos, que desde 2017 ha emitido una batería de sanciones para presionar a Maduro y forzarle a renunciar o aceptar “elecciones libres”. Hasta 2018 Venezuela enviaba 500.000 bd de crudo a Estados Unidos y recibía de ese país 120.000 bd de petróleo liviano y diluyentes, así como insumos para producir combustible.
La evidencia de la escasez de gasolina está en todas partes. Las ambulancias no pueden movilizarse, las redes de telecomunicaciones son inestables y algunos agricultores han renunciado por completo a la maquinaria, y, en su lugar, han comenzado a utilizar bueyes. En medio de la nueva crisis, el régimen subió el precio de la gasolina luego de una era de subsidio total y abrió la puerta a la venta en dólares, una divisa que gana cada vez más terreno para las transacciones diarias en el país.
La situación se ha ha vuelto tan grave que los campos se están quedando vacíos. Los productores no pudieron encontrar el combustible para operar sus camiones y equipos antes de que terminara la estación seca y Venezuela está ahora al borde de la hambruna, advirtió la semana pasada el International Crisis Group. Más de la mitad de la tierra utilizada el año pasado para cultivar vegetales no será replantada, según la federación agrícola Fedeagro.
El régimen busca soluciones
Desesperado, el régimen de Maduro busca una salida que alivie la crisis. La semana pasada Reuters reveló como Venezuela y China coordinaron entregas de manera que pasaran por debajo del radar de las sanciones. En concreto, cargamentos de la dictadura de Maduro continuaron llegando a puertos chinos con la ayuda de una subsidiaria de la petrolera estatal rusa Rosneft y un método de entrega indirecta, que hizo parecer como si el origen del petróleo fuera Malasia.
Este sistema, sin embargo, tiene como consecuencia que Venezuela ahora está exportando “el poco petróleo que vende a pérdida”, según dijo el economista José Manuel Puente, del Centro de Políticas Públicas del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA).
La dictadura también acudió a otros aliados, como Irán. No obstante, distintas entregas de gasolina por parte de la teocracia islámica se vieron frustradas por las sanciones, luego de que al menos dos transportistas desistieran en sus intenciones por este motivo.
La llegada al Caribe del coronavirus también coincidió con la reestructuración gubernamental de Pdvsa, que desde febrero está bajo el mando de Tareck el Aissami -sancionado por EEUU-, quien puso en marcha el aumento exponencial en el precio de la gasolina dentro del país.
El silencio oficial
Con un PIB que se redujo a menos de la mitad desde 2013, Venezuela también opta por silenciar el precio del petróleo pese a que sobre este producto se ha sostenido su economía en los últimos 100 años. El ministerio de Petróleo dejó de publicar el boletín de precios, que tradicionalmente se difundía los viernes, una semana después de que el país registrara la cotización más baja de los últimos 20 años, cuando el crudo se ubicó en 9,66 dólares el barril, lo que genera la incertidumbre y la preocupación del precio real actual.
Así, el país con las mayores reservas probadas de petróleo vio diezmadas sus expectativas financieras mientras se alejaba la posibilidad de que el mineral recupere la tarifa de 100 dólares, o “el precio justo”, como lo considera Nicolás Maduro.
De todos modos, los especialistas consideran difícil que el petróleo vuelva a ser “palanca del desarrollo” por los altos costos de producción del crudo extrapesado venezolano.
“Se acabó la renta” petrolera, dijo a la AFP el economista Carlos Mendoza Potellá, asesor del Banco Central de Venezuela (BCV). Venezuela tiene las mayores reservas petroleras del mundo, agregó este especialista, pero eso “no sirve para nada si no se puede aprovechar”.
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