Sig.stupidus, aturdido

Por: Andrés Ramírez P / DIRCOM

Leyendo un  post en una de las tantas redes sociales en horas de la mañana, a mi mente saltaron varios pensamientos

1.Creo firmemente en la libertad de expresión, pero la pongo en duda cada vez que un estúpido hace uso de esta o una persona inteligente en sus minutos de simplicidad difiere un sin número de animaladas.

2.Lo peligroso de las estupideces, es cuando estas son dicha con propiedad, no podemos obviar el hecho de que existen  quienes no tienen la facultad para pensar por sí mismos y se dejan llevar por estos “falsos profetas”.

3. Los falsos profetas no se resumen en esos que predican sobre la “teología de la prosperidad “y otras locuras contrarias al buen uso de la hermenéutica, no, no, si es que los hay también en redes y peor aún en la política.

Si estas estupideces inducen a un colectivo a tomar posturas erráticas en temas de trascendencia social, deberíamos evaluar y juzgar estas conductas en vista de sus implicaciones y su alcance incluso hasta en decisiones políticas.

¿Como reconocerlos?

El conocimiento está a un click. Busque, pregunte, en otras palabras “google it”.

Aún en nuestro bando tenemos fanáticos conspiranoicos, irresponsables y también estúpidos.

¿Ofensa?

La palabra en sí misma no es una ofensa sino la descripción de una conducta estimulada por la ignorancia, la impulsividad y el sesgo. Otros, en definitiva, ¡no son bien dotados!

El acto estúpido es producto de la ignorancia, ya sea por falta de oportunidades para aprender o por déficit intelectual. En ambas situaciones, las actividades irracionales son el resultado de:

1. ignorancia debido a la falta de oportunidades para aprender o actuar en áreas alejadas de su dominio (ignorancia reversible)

2: debido a dificultades para comprender y aprender, producto del déficit intelectual (ignorancia irreversible).

“El estúpido no sabe que no sabe, pero cree saber y actúa.”

Consecuencias

Las consecuencias son las decisiones que se toman sin datos reales. Puede ser simple como tomar un bus equivocado o matar a un paciente con una medicina errada o hasta poner en poder a un dictador. Por fortuna la ignorancia tiene cura: el estudio.

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