Por: Juan Manuel Ortega
Añoro los tiempos de los verdaderos inventos. Ahora se amplían, mejoran, diversifican, pero en el fondo son los mismos de siempre. Un filósofo y melómano alemán llamado Andreas Pavel patentó en 1977 el “Stereobelt”, un “cinturón estéreo” que consistía en un complicado sistema para escuchar música repartiendo en el diámetro de nuestro abdomen las pilas, los controles y, por supuesto, un receptáculo para cintas de casete. El 1 de julio de 1979 Sony lanzó al mercado ese artículo de 25.000 pesetas que estuvo presente en nuestras vidas: el walkman. Hasta 2005 no llegaron a un acuerdo económico el alemán y los japoneses sobre de quién fue la idea.
Y no empezó bien: se vendieron apenas 3.000 unidades. A pesar de ser los mejores, Sony había perdido la guerra comercial del vídeo frente al VHS. Con este aparatito no podían fallar, así que mandaron a la calle a todos sus empleados con uno de ellos. La imagen de alguien paseando con su walkman fue una novedad y forma parte de la cultura de los 80. En pleno boom del aeróbic, millones de personas entrenaban con él. Seguramente este invento ayudó a que la cinta de cassette vendiera más que los discos de vinilo por primera vez en 1983, o que en 1986 esa palabra entrara en el Diccionario Inglés de Oxford.
Unos 400 millones de personas tuvimos uno. Si el lector lo conserva, que sepa que hay mercado: se han revitalizado sus ventas desde que en 2014 el protagonista de “Guardianes de la Galaxia” puso sus cintas recopilatorias a toda pantalla. Sí, esas en las que escribíamos a mano títulos creativos como “Fiesta de Pedro” o “Baladas de amor para Ana”.
Siendo un niño me recuerdo bailando por la calle con él. Aún no se había lanzado cuando un pequeño puertorriqueño llamado Elmer Figueroa Arce (28 de junio de 1968) acompañó a su hermano a una audición para formar parte del grupo “Los Chicos” y acabó siendo él el elegido. Había nacido una estrella llamada Chayanne, por una serie televisiva que encantaba a su madre. Apenas tenía diez años. También actor (¿Alguien le vio como profesor de danza en “Ally McBeal”?) y siendo uno de los artistas más importantes del Universo Latino, con 50 millones de discos vendidos, empezó a cantar en el coro de la iglesia a la edad de cinco. Desde muy pequeño se acostumbró al éxito y no recuerda una época sin escenarios. Igual que Tamara.
Recuerdo ver con apenas once años a la pequeña Tamara Macarena Valcárcel Serrano (Sevilla, 27 de junio de 1984) quedar tercera en “Menudas Estrellas”, vestida de Pocahontas. Ya con doce grababa su primer disco. Una voz extraordinaria que cantaba al amor cuando “aún no le habían dado su primer beso”, como ella misma declaró. Algo de talento le ha tenido que llegar de su madre bailaora y cantaora Matilde Serrano y de su abuelo Rafael Farina.
Nunca conoció a sus padres biológicos Deborah Ann Harry (1 de julio de 1945). Esta niña adoptada tenía doce años cuando se tiñó de rubia por primera vez mientras escuchaba la radio y se preparaba para cantar en el coro. Un camionero le gritó “hey Blondie!” y en ese instante surgió uno de los nombres artísticos más destacados del pop norteamericano del siglo XX. Con 75 años sigue estupenda a pesar de lo vivido, que no fue poco. Fue conejita Playboy, habitual de las fiestas legendarias de Studio 54 junto a Warhol o Liza Minelli, y musa reconocida de Hampton Fancher para el personaje de Pris en Blade Runner. Madonna reconoció en ella una de sus mayores influencias y cuando Debbie lo supo, respondió: «Sí, pero prefiero un cheque». Sus éxitos “Heart of Glass” o “Rapture” también forman parte de las muchas canciones que estaban en las cintas de mi walkman.
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