Por: Gustavo Jaso Cortés / Economista y profesor en la Universidad Complutense de Madrid.
“Actualmente, 600 millones de personas en África carecen [aún] de acceso al suministro de electricidad”, informó la Agencia Internacional de la Energía (IEA, siglas en inglés) el día
7 de noviembre de 2019, coincidiendo con la conferencia regional la Semana Africana del Petróleo, en Ciudad del Cabo (África del Sur). Carencia de suministro eléctrico que se produce en los países subsaharianos.]
Población de África sin acceso a la electricidad. 2017. (En millones, en las burbujas amarillas)
Dichos países africanos, junto con los de Asia meridional (India, Pakistán, Bangladesh …) constituyen las dos zonas del mundo en las que se concentra el menor grado de electrificación de los hogares, negocios y fábricas.
Sin electrificar África no hay desarrollo
Mientras que no se electrifique un país, no hay prácticamente desarrollo posible y las condiciones de vida se mantienen sumamente adversas e insalubres.
¿Es preciso recordar esto a los ecologistas, quienes tan bien viven con sus altos sueldos y sus gastos pagados?
Es público y notorio desde hace décadas que las formas más baratas y sencillas de generar electricidad son las centrales de ciclo combinado de gas natural y las centrales térmicas de carbón, como consideré en otro artículo.
Cuando hay condiciones orográficas para ello, las centrales hidroeléctricas son también baratas y fiables, pero la geografía limita mucho las posibilidades para su implantación. Zambia está pudiendo obtener el 85% de su electricidad de las centrales hidráulicas, Kenya el 30%, pero esto no sucede en la mayoría de los países ni podrá atender la creciente demanda. En ambos países, millones de personas siguen sin electricidad.
No ha de pasarse por alto que, junto a los muchos inconvenientes que la falta de electricidad ocasiona a la vida diaria de la población y al funcionamiento de los pequeños negocios, las fábricas también se ven perjudicadas. “Alrededor del 80% de las compañías subsaharianas sufren frecuentes cortes de luz, que hacen peligrar su rentabilidad” (Reuters).
Los costes ocultos de las renovables
Las renovables sólo aparentan resultar no tan ineficientes (como realmente son), cuando se ignoran sus muy elevados costes ocultos: : las centrales de respaldo (de gas o carbón, que únicamente se explotan parte del tiempo, cuando no hay sol o viento).
Otro coste oculto son los costes de conexión a la red eléctrica; por ejemplo, el coste de conectar a la red -que transcurre por un valle o más lejos-, mediante un cable de alta tensión, los ocho o diez aerogeneradores emplazados encima de una montaña o en un lugar alejado de la costa.
Además, las centrales que emplean hidrocarburos como combustible no operan intermitentemente, dependiendo de la disponibilidad del sol o del viento. Funcionan de forma continua y fiable, lo que facilita mucho la administración de la red eléctrica de un país poco desarrollado, frente al embrollo derivado de las renovables. Aquella intermitencia produce -inevitablemente- “costes de administración del sistema eléctrico”, que nunca se tienen en cuenta en los artículos ecologistas.
¡Sois criminales climáticos!
Y, ¿qué escribieron en sus pancartas los ecologistas en Ciudad del Cabo en alusión a las decenas de ministros de energía -encargados de electrificar África- que iban a atender dicha conferencia: “¡Sois criminales climáticos!”.
Aquella marabunta extremista -de inspiración occidental- exigía que los ministros retirasen toda ayuda al gas, al carbón y al petróleo (esto es, a los combustibles fósiles) -dificultando la producción de electricidad- y, explícitamente, reclamaban “que abandonen y prohíban todos los proyectos previstos relativos a combustibles fósiles y que se opongan al fracking”.
Reclaman que únicamente se utilice en África lo que llaman “energías limpias”, esto es, las muy caras y poco seguras energías renovables.
Paralizar y desmantelar sus instalaciones de petróleo, gas y carbón
A esos niñatos vociferantes no les importa que los países subsaharianos no sólo producen electricidad barata con sus combustibles fósiles para parte de sus ciudadanos. Además, obtienen cuantiosos recursos financieros de su exportación a otros continentes, fondos decisivos para su desarrollo económico durante décadas.
No está de más recordar una de las acepciones que el diccionario de la Real Academia Española ofrece para la voz niñato: Dícese del jovenzuelo petulante y presuntuoso.
En 2017, las exportaciones del África subsahariana de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) ascendieron a 58.000 millones de US$, el 27% de sus exportaciones totales. Consultar el WITS (World Integrated Trade Solutions) del World Bank Group. 47,2 MMUS$ corresponden al petróleo, 5,5 al carbón y 5,4 a la creciente explotación de gas natural.
Los ecologistas (Greenpeace, WWF-Adena, Amigos de la Tierra y los otros cientos de organizaciones) exigen que dichos países africanos renuncien a ampliar sus sectores de hidrocarburos y, casi simultáneamente, que “apaguen sus centrales de gas y carbón”, que son las únicas que ahora iluminan sus viviendas y alimentan las fábricas.
Gwede Mantashe, Ministro de Energía de África del Sur, les respondió en Ciudad del Cabo: “La energía es el catalizador del crecimiento (económico)”. Pero los ecologistas “nos dicen que apaguemos [cuanto antes] nuestras centrales térmicas alimentadas por carbón”, “lo que nos dejaría respirando aire fresco … en la obscuridad”, según informó la agencia Reuters.
También exigen que los países subsaharianos dejen de extraer y exportar hidrocarburos y renuncien a aquellos ingresos, porque “será mejor para sus auténticos intereses y para el planeta”. De no hacerlo “serán juzgados por la historia” y pasarían a ser considerados como criminales climáticos.
Los ecologistas no cesan de dar órdenes a todos los demás
Un tal Michael Wolf, del nuevo tinglado ecologista (global, con sede en el Reino Unido) Rebelión frente a la Extinción (Extinction Rebellion), declaró en Ciudad del Cabo lo siguiente:
“Alcanzar acuerdos de negocio [en esta Conferencia] puede que les parezca bueno para la economía … pero, realmente, estarán perjudicando a las personas más vulnerables”.
Las personas más vulnerables lo que más necesitan es acceder a la electricidad, y que ésta no sea un producto de delicatessen -carísima, por ser limpísima– sino todo lo más barata que sea posible.
Los ecologistas se creen superiores a los demás humanos y con autoridad para imponernos qué debemos hacer y qué nos está prohibido: son los dictadores de la posmodernidad.
Los ministros de energía tienen otros planes: electrificar África cuanto antes
Como recoge la agencia Reuters “los ministros africanos en Ciudad del Cabo resaltaron su necesidad de electricidad y de los fondos proporcionados por los combustibles fósiles en aras de desarrollar y diversificar sus economías y hacerlas menos dependientes de las materias primas”.
“El petróleo es un importante impulsor para el desarrollo [económico]”, dijo Noel Mboumba, el Ministro de Hidrocarburos de Gabón, añadiendo: “Haremos todo lo posible por reforzar” dicho sector de actividad.
“No pensamos disculparnos en modo alguno”, declaró Gabriel Obiang Lima, Ministro de Energía de Guinea Ecuatorial. Rematando su intervención del siguiente modo: “Cualquiera de fuera del continente que nos diga que no debemos desarrollar [los combustibles fósiles], eso sí que es criminal. Sería muy injusto”.
Por su parte, “el Banco Africano de Desarrollo ha cifrado los recursos financieros necesarios para desarrollar [adecuadamente] las infraestructuras [de todo tipo] entre 130.000 y 170.000 millones de US$, al año, hasta el año 2025”. Ningún ministro africano va a hacer caso a los ecologistas y renunciar a los ingresos de la exportación de sus combustibles fósiles y harán bien en actuar de este modo.
Be the first to comment