Manifiesto Comunista y revolución de la clase trabajadora

EDITORIAL

En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels enumeran diez medidas para destruir el intercambio justo y los derechos del individuo, que ellos llaman capitalismo. Muchas de esas medidas ya se están aplicando para desplazar progresivamente a Estados Unidos y otros países hacia la izquierda y establecer eventualmente un control político comunista, como la implementación de “un pesado impuesto sobre la renta progresivo o graduado” y la “centralización del crédito en manos del Estado, mediante un banco nacional con capital estatal y un monopolio exclusivo”. En la superficie, los comunistas parecen abogar por algunas cosas positivas, como el fin del trabajo infantil en las fábricas y la creación de un sistema de educación pública gratuita; sin embargo, su objetivo no es asegurar el bienestar de una nación, sino más bien tomar y mantener el poder político. Marx y Engels escribieron:

El primer paso en la revolución de la clase trabajadora es elevar al proletariado a la posición de clase gobernante para ganar la batalla por la democracia.

El proletariado utilizará su supremacía política para arrebatar, gradualmente, todo el capital de los burgueses; para centralizar todos los instrumentos de producción en las manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como la clase gobernante; y para aumentar el total de fuerzas productivas lo más rápido posible.

Por supuesto, al comienzo, esto no puede ser llevado a cabo excepto mediante intrusiones despóticas sobre los derechos de la propiedad y sobre las condiciones de la producción burguesa; hay que aplicar medidas, por lo tanto, las cuales parecen económicamente insuficientes e insostenibles, pero que en el curso del movimiento se superan a sí mismas, requieren más intrusiones sobre el orden social viejo y son inevitables como medio para revolucionar por completo el modo de producción. 

En Estados Unidos, la izquierda ha pasado décadas luchando la “batalla de la democracia” de Marx a fin de controlar las palancas de poder e introducir el socialismo. Así, aunque las influencias comunistas explícitas en Estados Unidos fueron relativamente pocas durante el siglo XX, la situación ha cambiado drásticamente desde entonces.

En las elecciones de EE. UU. de 2016 y 2020, un candidato abiertamente socialista estuvo al alcance de la presidencia. El socialismo, que en el vocabulario comunista es la “etapa primaria” del comunismo, era antes visto con desprecio por la mayoría de los estadounidenses. El propio candidato dijo que cree que hay mucha gente que se pone muy nerviosa cuando escucha la palabra “socialista”.

Sin embargo, encuestas realizadas durante la década de 2010 mostraron que aproximadamente la mitad de los nacidos en la generación millenial (entre 1980 y 1996) tenían una opinión positiva del socialismo. Una encuesta de Gallup de 2018 mostró que el 57% de los demócratas dijeron que tenían una opinión positiva sobre el socialismo [3]. Esto continúa una tendencia que surgió en una encuesta de 2011 del Centro de Investigación Pew que mostró que el 49% de los adultos estadounidenses menores de treinta años veían el socialismo de manera positiva, mientras que el 46% tenía una visión positiva del capitalismo.

Las ilusiones que muchos en Occidente tienen sobre el socialismo hoy en día reflejan las experiencias de innumerables jóvenes impresionables que aceptaron el comunismo en el siglo pasado en la Unión Soviética, China y otros lugares. Aquellos en la generación más joven carecen de una profunda comprensión de su propia historia, cultura y tradiciones. Su resistencia al socialismo, que para ellos parece moderado y humano, es inexistente. El gran engaño comunista del siglo XX se está repitiendo en el siglo XXI.

El aforismo de Marx “De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades” es bastante eficaz para engañar a los jóvenes, que fantasean con una vida de generosa ayuda social socialista como se ve en varias partes de Europa. Sin embargo, los sistemas de ayuda social de estos países han causado muchos problemas sociales. Como dijo el economista estadounidense Milton Friedman: “Una sociedad que pone a la igualdad –en el sentido de igualdad de resultados– por delante de la libertad terminará sin igualdad ni libertad. […] Por otro lado, una sociedad que pone a la libertad en primer lugar, terminará tanto con mayor libertad como con mayor igualdad, como un feliz subproducto”.

El socialismo con mucha ayuda social promueve la continua expansión del gobierno y lleva a la gente a votar en contra de sus libertades. Es un paso importante en los planes del espectro comunista para esclavizar a la humanidad. Una vez que todas o la mayoría de las naciones hagan la transición al socialismo, solo tomará unos pocos pasos reemplazar la democracia con el totalitarismo. Una vez que la etapa primaria del socialismo esté completa, los líderes políticos implementarán inmediatamente el comunismo. La propiedad privada y el proceso democrático quedarán abolidos. El Estado benefactor se metamorfoseará en un yugo de tiranía.

Para ingresar a la corriente principal de la política en Estados Unidos, los comunistas deben infiltrarse en uno o en los dos partidos principales y utilizarlos para tomar el control de los votos del Congreso. Mientras tanto, los candidatos comunistas deben asumir puestos claves en el gobierno y en las cortes. El grado al que el comunismo ha subvertido la política estadounidense en bastante severo. A fin de asegurarse un bloque de votantes estable, los partidos de izquierda de EE. UU. han magnificado la hostilidad entre los grupos de altos y bajos ingresos, al tiempo que atrae a un número cada vez mayor de inmigrantes y grupos “vulnerables” como la comunidad LGBT, las mujeres, las minorías, etc.

Un multimillonario con un historial de apoyar movimientos de izquierda ha financiado con enormes sumas a los candidatos de izquierda que se postularon para la presidencia de Estados Unidos y otros cargos importantes en todo el país. Entre estos están los secretarios de estado, que en muchos estados son responsables de los asuntos electorales y juegan un rol principal en la resolución de disputas. El multimillonario ha destinado mucha ayuda a las campañas por estos cargos.

Incluso cuando inmigrantes ilegales cometen crímenes en suelo estadounidense, las autoridades de izquierda hacen la vista gorda y establecen santuarios para protegerlos de las fuerzas del orden. Además, los partidos de izquierda han estado luchando por el derecho a votar de los inmigrantes ilegales. Por supuesto, el motivo no necesariamente es beneficiar a los inmigrantes ilegales o a la población en general, sino apuntalar la base de votantes de izquierda. El 12 de septiembre de 2017, una ciudad cercana a Washington DC aprobó un proyecto de ley para otorgar el derecho a voto en elecciones locales a quienes no son ciudadanos, incluyendo a personas con green cards, residentes temporales con visas de estudiante y de trabajo, o incluso aquellos sin documentación ni estatus migratorio legal. Esto provocó una gran repercusión en los medios de comunicación por sus potenciales efectos en el sistema electoral en otras partes del país.

La administración del 44º presidente de EE. UU. estaba fuertemente infiltrada por comunistas y socialistas. Muchos grupos que apoyaban a ese presidente tenían claros vínculos con organizaciones socialistas. El propio presidente concedió la amnistía a casi un millón de inmigrantes ilegales mediante una orden ejecutiva, después de que el Congreso no aprobara la ley.

Este expresidente es un seguidor del paramarxista Saul Alinsky. Luego de su elección, asignó consejeros de centros de estudios de extrema izquierda e introdujo un sistema de cobertura de salud universal que multaba a quienes se negaban a inscribirse. Promovió objetivos izquierdistas al abolir el cumplimiento de leyes federales contra la marihuana, apoyar la legalización del matrimonio homosexual, permitir que los transexuales se unieran al Ejército, etc. En 2016, su administración emitió una directiva para que las escuelas públicas permitieran a los estudiantes que se identificaban como transgénero ingresar al baño del género elegido, sin importar su sexo biológico –en otras palabras, niños y hombres podían ingresar al baño de niñas simplemente al identificarse como mujeres, y viceversa. A las escuelas se les dijo que si se negaban a implementar la directiva, perderían el financiamiento federal. En respuesta, una coalición de trece estados iniciaron juicio contra el gobierno federal, argumentando que la directiva era anticonstitucional.

Con informaciòn de The Epoch Times / Washinton Post / Wikipedia/Mafis/Fernández Buey, Francisco (2004). Marx (sin ismos). Barcelona: El Viejo Topo./ Los conceptos elementales del materialismo histórico. Siglo XXI. Libro introductorio a la teoría de Marx.

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