AP
Cinco años después que la oposición le arrebató el control de la Asamblea Nacional por primera vez en dos décadas de gobiernos socialistas, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se aseguró el control de la última institución independiente del país al alcanzar la alianza oficialista el 67,6% de votos en las elecciones legislativas.
Los comicios fueron boicoteados por los principales partidos de oposición, que alegaron alegando que no existían condiciones para unas elecciones libres y democráticas. Los críticos de Maduro sostienen que trató de un proceso fraudulento que tendría esencialmente el objetivo aniquilar a la oposición y fungió como una “elección interna” del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) “para dirimir conflictos a lo interno del régimen”.
La presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Indira Alfonzo, indicó en un primer boletín preliminar con el 82,35% de los votos escrutados, que la participación había rondado el 31% de los 20 millones de venezolanos inscritos en el padrón electoral.
La alianza oficialista, de acuerdo con cifras preliminares, sumaba 3,558.320 del total de 5,2 millones de votos escrutados, mientras la alianza de partidos opositores minoritarios -El Cambio, Avanzada Progresista, el partido socialcristiano COPEI, Acción Democrática, Cambiemos- contabilizaba 944.665 boletas, o el 17,95%.
En los comicios legislativos de 2015, en las que participaron todos los partidos políticos, la abstención fue del 25,75%. En 2005, cuando la oposición se abstuvo mayoritariamente, la abstención fue de 74,74%.
“Ha triunfado la paz. El pueblo de Venezuela nos ha dado una nueva lección el único camino posible para vivir en paz es el voto”, dijo Alfonzo.
A partir del 5 de enero, fecha establecida en la constitución para la instalación de una nueva Asamblea Nacional, Maduro tendrá el control de todos los poderes públicos.
A pesar de la poca presencia de votantes el Consejo Nacional Electoral (CNE) decidió, pasadas las 6 de la tarde, prorrogar al menos por una hora más el proceso alegando que aún “se mantiene la concurrencia de electores” a las puertas de los centros de votación.
Basado en reportes del Observatorio contra el Fraude de la mayoría opositora de la Asamblea Nacional, Guaidó expresó en su cuenta de Twitter que más del 82% de los venezolanos se abstuvo de salir a votar.
“El fraude ha sido consumado y el rechazo mayoritario del pueblo de Venezuela ha sido evidente”, dijo la noche del domingo el líder opositor y jefe de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, en un mensaje que difundió en la redes sociales, al asegurar que la mayoría de los venezolanos expresaron su rechazo a Maduro al no salir a votar.
“La Asamblea Nacional seguirá en funciones para lograr elecciones presidenciales y parlamentarias libres”, anunció el presidente del Congreso, y agregó que la mayoría opositor se mantendrá en sus funciones basada en el “principio de continuidad constitucional”
“El cambio no lo podrán parar. Esto es insostenible”, dijo Guaidó, quien ha sido reconocido como presidente interino de Venezuela por casi 60 países, e invitó a los venezolanos a salir el 12 de diciembre para participar en la ”consulta popular” promovida por la oposición y organizaciones civiles
Al perder el Congreso, la oposición quedará sin ningún piso institucional y muy limitada para ejercer alguna presión contra el gobierno, lo que según algunos analistas acelerará el final de los últimos vestigios de la democracia venezolana.
La recuperación del Legislativo por parte del oficialismo tiene un sabor amargo para el mandatario izquierdista, puesto que los comicios son rechazados por Estados Unidos, la Unión Europea y buena parte de los países de la región que han cuestionado la jornada asegurando que no se cumplen las condiciones para un proceso electoral transparente y democrático.
La postura crítica de la comunidad internacional hace prever que no habrá cambios en las presiones y sanciones hacia el gobierno de Maduro, quien deberá seguir sorteando la compleja crisis sólo con el apoyo de Rusia, China, Irán, Cuba y Turquía, que en los últimos años se han convertido en sus incondicionales aliados.
El boicot impulsado por Guaidó no fue acatado por un grupo de organizaciones opositoras minoritarias que mantiene diálogos con el oficialismo, ni tampoco por congresistas y políticos disidentes a quienes el Tribunal Supremo de Justicia, controlado por el gobierno, les entregó la dirección, símbolos, colores y tarjetas de los partidos Primero Justicia, Acción Democráticas y Voluntad Popular, tres de los grandes partidos opositores.
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