Ortega usa poderes del Estado para mantenerse en la presidencia

El líder nicaragüense, Daniel Ortega, habla con sus partidarios durante un encuentro por los 40 años de la toma del Palacio Nacional por la guerrilla sandinista en Managua (Nicaragua) el 22 de agosto de 2018. (INTI OCON/AFP/Getty Images)

Desde que el joven nicaragüense de 19 años Román Sandino se matriculó en una universidad semiprivada, comenzó a destacarse en actividades culturales, que a la par de sus excelentes notas y su capacidad bilingüe, lo hicieron aspirar a solicitar una beca completa en otra casa de estudios.

A su corta edad Román ha traducido varios libros y obtenido sus primeros ingresos.

Normalmente Román estudia los días de semana en Managua, pero asegura que tiene un tiempo extra para poder adquirir aún más conocimiento.

Recientemente escuchó que el Ministerio de la Juventud (Minjuve), una entidad controlada por el presidente sandinista Daniel Ortega, estaba ofreciendo 16.000 becas universitarias en centros privados y públicos, pero uno de los requisitos principales era escribir una carta dirigida al mandatario.

Román rechazó de forma inmediata la beca, pese a sus anhelos de superación.

“Me parece una payasada que pongan tan ridículo filtro, con claras motivaciones políticas. Si en verdad quisieran tener a los mejores (estudiantes), medirían sus habilidades y no su lealtad al partido”, dijo el joven a la Voz de América.

En un año electoral, donde la comunidad internacional mantiene altas expectativas para que se celebren unos comicios libres, transparentes y competitivos que alivien la crisis sociopolítica que vive el país, los opositores han denunciado al gobierno de Ortega de arreciar su proselitismo político, utilizando incluso a las instituciones públicas y programas sociales como forma de atraer a los votantes. 

También acusan al líder sandinista de instrumentalizar incluso los poderes del Estado, como la Asamblea Nacional para hacer campaña electoral.

Los diputados opositores afirman que en los murales de la Asamblea Nacional y en el canal parlamentario se transmite campaña partidaria afín al gobernante Frente Sandinista, pese a que aún no se ha convocado a los comicios presidenciales.

María Teresa Blandón, directora de la oenegé La Corriente, afirma que Ortega quiere desmantelar las organizaciones de la sociedad civil que le adversan.
La socióloga María Teresa Blandón considera que la mayoría de los gobiernos, de izquierda, han recurrido al control que tienen sobre los sistemas públicos de educación para hacer proselitismo político, pero advierte que “algunos lo han hecho de forma más sistemática y abusiva”, como asegura es el caso del presidente Ortega.

Blandón enfatiza que desde que Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, llegaron al poder, en la enseñanza pública y en todos los niveles se fomentó el culto a la personalidad hacia ellos.  

“Es vox populi que durante las sucesivas campañas electorales en Nicaragua, el régimen ha utilizado al profesorado y técnicos de educación para hacerse publicidad, incluso las escuelas se han convertido en reuniones partidarias. Las escuelas están llenas de banderas rojas y negras y los estudiantes son conminados a agradecer a la pareja gobernante”, indica Blandón.

“Lo mismo pasa con trabajadores del Estado, solo que ahí hay un nivel muy grande de chantaje. La idea es presionar a los trabajadores para jurar lealtad al régimen si quieren conservar su trabajo. Es una violación flagrante a los derechos humanos y a la ley de carrera civil que protege a los trabajadores del estado de estas coacciones”, señala la socióloga.

Por su parte, el politólogo y líder de la oposición, Félix Maradiaga, valora la estrategia del gobierno como uno de los problemas más graves del “régimen sandinista”. Considera que son raíces del partido de gobierno practicadas desde la década de 1980, tras el triunfo de la revolución sandinista.

“Uno de los problemas más graves del régimen sandinista, son sus raíces profundamente arraigadas en la lógica del Estado-Partido. Esto quiere decir que el Frente Sandinista, desde sus orígenes, se interpreta a sí mismo como un aparato político-militar vanguardista, pero además dueño del Estado”, dijo Madariaga.

Añadió que “esa lógica torcida y contraria a la democracia, dio lugar a que incluso en los años 80, existiera un Ejército Sandinista y una policía que era parte del estado-partido”.

Con información de VOA

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