Ni los bombardeos ni la entrada de tanques y soldados desde varios flancos en Ucrania cambian la posición de China sobre lo que ya es la guerra lanzada por Rusia, uno de sus más estrechos aliados. De hecho, para Pekín ni siquiera es una «invasión», término que ha eludido varias veces este jueves una de las portavoces del Ministerio de Exteriores chino, Hua Chunying. «Estamos siguiendo la situación de cerca. Quizás esa es la diferencia con nosotros, que no nos apresuramos a plantear conclusiones», ha esquivado la cuestión en un tenso intercambio de preguntas y respuestas con los numerosos periodistas congregados para su comparecencia diaria. Especialmente con el de la agencia Reuters: «¿Es una invasión, sí o no?», le ha insistido haciéndola enfadar, pero sin que llegara a perder la compostura.
Al margen de este rifirrafe, Hua ha vuelto a entonar el discurso habitual del régimen, que lleva repitiendo desde que se escuchan los tambores de guerra de Putin. «China está siguiendo de cerca la situación en Ucrania y llama a todas las partes a ejercer la moderación para evitar que la situación quede fuera de control», insistió una y otra vez mientras las bombas seguían cayendo sobre Ucrania.
De igual modo, se cuidó de criticar a Putin, quien hace solo veinte días se reunió con el presidente Xi Jinping para asistir a la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín 2022 y firmar una declaración conjunta en pos de un nuevo orden mundial distinto al que encarnan las potencias democráticas de Occidente. «Hemos explicado la posición de China sobre esta cuestión en múltiples ocasiones. Hay un trasfondo histórico complejo con muchos factores involucrados», relativizó Hua para evitar una condena del ataque ruso. Aunque aseguró que «China reconoce a Ucrania como un Estado soberano» y lo respeta, también pidió tener en consideración «las legítimas preocupaciones en materia de seguridad de todas las partes involucradas», en clara alusión a los motivos esgrimidos por Rusia para lanzar su ataque.
Además, incluso culpó a Estados Unidos. «Han estado avivando las llamas. ¿Cómo van a apagar el fuego ahora? Si ves a dos personas peleando, ¿les darías un cuchillo, un arma, o tratarías de mediar y entender la historia completa?», reflexionó antes de negar que Pekín tuviera información de antemano sobre la ofensiva rusa. Citando a la Inteligencia estadounidense, algunos medios publicaron durante la visita de Putin a Pekín que Xi Jinping le había pedido no empezar la guerra al menos hasta que acabaran los Juegos Olímpicos de Invierno, algo que China desmiente por completo.
Por último, Hua Chunying instó a que «todas las partes le den una oportunidad a la paz», mostrando el difícil equilibrio de Pekín para no contrariar a Moscú y, sobre todo, para no comparar la situación con Taiwán, la isla independiente «de facto» que el régimen del Partido Comunista reclama desde hace siete décadas. El reconocimiento de Putin de las regiones separatistas y pro-rusas del este de Ucrania, que ha llevado a esta guerra, es un difícil encaje de bolillos para China, que también tiene vastos intereses comerciales con Kiev.
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