La geopolítica es una disciplina bastante reciente. El término se acuñó por primera vez en 1905, pero no sería hasta los años 30 cuando tomó relevancia de la mano del general alemán Karl Haushofer; sus teorías popularizaron el término y la disciplina, hasta el punto de que Hitler tomó algunos de sus conceptos para elaborar la ideología nacionalsocialista. Esa vinculación con el nazismo hizo que se dejara de hablar de “geopolítica” durante algunos años y que no se cultivase la disciplina por las connotaciones tan negativas que desprendía. No sería hasta los años 70 y 80 cuando se saltó este obstáculo y se volvió a trabajar en el campo geopolítico, aplicando el término geopolitik para referirse a la teorización nazi y de esa forma distinguirla de la nueva disciplina.
Así, “geopolítica” se entiende hoy principalmente como sinónimo de “geografía política”: la disciplina que estudia cómo se dispone del espacio y qué impacto tiene este desde un punto de vista político, ya sea por parte de un Estado u otra entidad política. Es decir, abarca desde el estudio de las fronteras hasta la importancia de ciertos recursos naturales para las relaciones exteriores de un país. Bajo esta definición, la geopolítica tiene una vertiente claramente práctica: desde el principio, sus teóricos estuvieron muy vinculados a los Gobiernos, y enfocaron su trabajo hacia la toma de decisiones y la elaboración de estrategias políticas.
No obstante, la geopolítica también tiene al menos otros dos significados. El primero la concibe como la visión a través de la que una entidad política ve el mundo y su lugar en él, que tiene un impacto sus acciones y estrategias. Así pues, un ejemplo sería la política de la Unión Europea hacia sus vecinos del este. En segundo lugar, la geopolítica también hace referencia a las teorías que se construyen para entender el mundo aunando geografía y política. Un ejemplo de esto es la teoría del heartland, de Halford Mackinder, que divide el mundo en diversas zonas, siendo el área pivote o heartland la que hay que controlar para dominar el globo.
Recientemente también han surgido otras visiones que apuestan por reformular la geopolítica, como la que propone una geopolítica “situada” que tenga en cuenta las condiciones de las que se parte —género, edad, etnia, clase socioeconómica, nacionalidad, etcétera— a la hora de crear o aplicar la teoría geopolítica. Además, ya hay quien plantea que el próximo paso es incluir también el estudio del espacio ultraterrestre en los estudios geopolíticos.
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