EL CRISTIANISMO Y LA FALSA REDISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA

Tan sagrado es el concepto de la propiedad privada que 5 de los 10 mandamientos del mismo CREADOR giran en torno a la protección de la propiedad privada.

– «No matarás» > protege la más elemental posesión de cada individuo: su vida/cuerpo.
– «No cometerás adulterio» > protege la más elemental relación que poseen exclusivamente dos individuos: el matrimonio.
– “No hurtarás” > protege cualquier posesión material que todo individuo obtiene legítimamente por medio de su esfuerzo, trabajo, inteligencia y talento.
– “No difamarás” > protege lo que el proverbista llama mejor posesión que las muchas riquezas (Pr. 22:1), el buen nombre del individuo. Nosotros lo llamamos la presunción de inocencia.
– “No codiciarás ninguna posesión del vecino” > condena la raíz que alimenta el concepto entero de la redistribución de la riqueza: la envidia.

Cualquier persona, sea creyente, atea o lo que sea, que aboga y defiende cualquier versión del nefasto sistema de la redistribución coercitiva por medio del Estado, es a todos los efectos y propósitos, un ladrón, simple y sencillo. Un mal no se vence con otro mal peor; de igual manera, la pobreza no se erradica con el robo y el desfalco, por más “legitimidad” que el Estado le quiera dar por medio de tanta regulación y falsa piedad.

¿Queréis saber quién fue el primer cristiano «socialista» que quiso erradicar la pobreza por medio de la usurpación de la propiedad ajena?

“Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella. Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis.” (Juan 12:3-8)

Ahí está, tan claro como el agua: Judas Iscariote, la quintaesencia del mal y la traición a todo bien. ¿Queréis seguir sus pisadas y compartir su mismo fin? Sigan defendiendo esa nefasta ideología redistributiva vestida de falsa igualdad. En cuanto a mí, que ciertamente detesto la pobreza y deseo que todos sean prósperos, defenderé lo único que tiene la potencialidad de levantar a los pobres de su miseria, aquí está la fórmula:

Duro trabajo + buena administración + un corazón generoso = riqueza perdurable.

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