“Sonido de libertad”: Una película que busca impulsar la lucha contra el tráfico sexual infantil

Sound of freedom (Sonido de libertad) es la más reciente película basada en la fe y que aborda la esclavitud sexual. Sí, «más reciente» es un adjetivo apropiado.

Aunque no lo parezca, la trata de personas se ha convertido en una especie de subgénero de las películas basadas en la fe, con películas como She Has a Name (Ella tiene un nombre) y Priceless (No tiene precio).

Inspirada en las hazañas de la vida real de Tim Ballard, fundador de la Operación Ferrocarril Subterráneo, Sonido de libertad cuenta la historia de un agente del gobierno convertido en activista que intenta rescatar a niños del tráfico sexual. Al abordar un tema tan escabroso, el tono de la película encaja bien en lo que antes he llamado «“piedad cruda”, la cual explora la depravación humana sin simplificarla ni higienizarla». No es una película entretenida en el sentido más estricto de la palabra, pero sí convincente y desgarradora.

Estrenada a principios de julio en Estados Unidos, la película rápidamente ganó popularidad, convirtiéndose en la más taquillera del 4 de julio. Esto es significativo en parte porque recuperó casi todo su costo de producción en un solo día, en parte porque el Día de la Independencia es una ventana de estreno privilegiada para los estudios de cine, y también porque esta película se enfrentaba a una de las secuelas más esperadas del verano: Indiana Jones y el dial del destino.

Sonido de libertad no es una película entretenida en el sentido más estricto de la palabra, pero sí convincente y desgarradora

Sonido de libertad representa un gran paso hacia adelante para el director Alejandro Monteverde, cuyo debut como director de cine independiente, Bella, tenía un guión mediocre, sin un arco argumental claro. Por el contrario, Sonido de libertad cuenta con una narrativa convincente y unos valores de producción sólidos, algo que observan también los críticos seculares. Incluso el escritor de Jezebel, Rich Juzwiak, que considera la película una pieza de propaganda descarada, admite sin embargo: «La película en sí está bien actuada, parece cara y avanza a gran velocidad».

Los actores no son mercancías

Abordar la explotación sexual a través de un medio visual como el cine supone un riesgo inherente. Con demasiada facilidad, se puede pasar de simplemente retratarla a perpetuarla. La línea que separa ambas cosas puede cruzarse incluso sin querer. En su crítica a Guapis, una controvertida película que pretendía criticar la explotación sexual de menores, Brett McCracken escribió: «Para presentar dicho material, las personas reales y encarnadas son necesariamente objetivadas y sexualizadas ante cámaras, directores, equipos de filmación y, en última instancia, ante el público».

Con demasiada frecuencia se ignora la realidad de la vulneración de los actores en estos casos, la iglesia ha condenado (con razón) el material de explotación sexual en general y ha preferido centrarse en sus efectos sobre el público. Pero, como señala McCracken, los propios actores, «personas reales, encarnadas», también son cosificados en el proceso.

En Hollywood abundan los ejemplos de los estragos que estas escenas causan en los actores. Mientras interpretaba a una víctima de violación en Acusados (1988), Jodie Foster «lloró tanto en las escenas que se le reventaron los vasos sanguíneos alrededor de los ojos». Más recientemente, tras rodar sus escenas de violación para El último duelo (2021), Jodie Comer, quien afirmó sentirse «muy segura» durante el proceso, confesó sin embargo: «Después me iba a nadar al mar. Estaba helada, pero así me lo sacudía. Me metía en el mar y luego me preparaba comida sana».

La explotación no es imposible de filmar

Como dice el protagonista Tim Ballard (Jim Caviezel) en Sonido de libertad: «Las personas comunes no quieren oír hablar [del tráfico sexual]. Es demasiado feo para una conversación educada». Esta fealdad se muestra en la película de forma desgarradora. Como tal, no es para los débiles de corazón.

¿Significa esto que la película cae en la trampa descrita e ilustrada por los ejemplos anteriores? ¿Presenta alguna representación gráfica gratuita de la esclavitud sexual?

«Exigí que no lo hicieran», dice el verdadero Tim Ballard, quien insistió en que no se mostraran en la película crímenes tan terribles. En cambio, el horror se transmite en parte a través de los ojos y las expresiones del actor Jim Caviezel cuando su personaje reacciona ante la explotación.

De hecho, la película opta por enfatizar los efectos del pecado sexual en lugar de describir todos sus detalles tenebrosos. Utilizando el poder de la sugestión, la película deja que el público rellene los espacios en blanco sin recurrir a la explotación de sus actores infantiles:

Aprendemos todo lo que necesitamos saber, por ejemplo, viendo a un perpetrador entrar en un dormitorio, inclinar la cabeza de una niña para que lo mire y luego cerrar las cortinas de la única ventana de la habitación. El mal que se va a cometer contra esa niña es inconfundible, se refleja de forma inquietante en los ojos temerosos de la niña y, sin embargo, la inocencia y la dignidad de la actriz infantil permanecen intactas.

Sabia y artísticamente, la película condena lo obsceno sin mostrarlo en pantalla. Resulta aún más impactante por su moderación.

Una estrategia de marketing cuestionable

Históricamente, los protestantes han tenido una relación tenue con el arte, pues no confían en que las historias que cuentan se sostengan por sí solas. Como resultado, las películas basadas en la fe se han apoyado en diálogos pesados para transmitir el mensaje deseado, lo que las convierte, en palabras de Andrew Barber, «más en intervenciones que en cine».

Sabia y artísticamente, «Sonido de libertad» condena lo obsceno sin mostrarlo en pantalla. Resulta aún más impactante por su moderación

Sonido de libertad evita en gran medida esto, dejando que la fascinante narración haga el trabajo pesado sin necesidad de sermonear. Donde los cineastas flaquean en realidad es después de la película, durante los créditos finales. Jim Caviezel aparece en pantalla para lanzar un mensaje directo al público, exponiendo los males del tráfico sexual. Por muy bienintencionado que sea su discurso, da la impresión, si no la realidad, de que la historia no se sostiene por sí misma.

Caviezel anima al público a luchar contra el tráfico sexual de menores escaneando un código QR que aparece en pantalla para «contribuir» a que otros puedan ver la película. En un momento dado, Caviezel dice: «Creo que podemos hacer de Sonido de libertad la Cabaña del tío Tom para la esclavitud del siglo XXI» (haciendo referencia a una novela que dio impulso a la causa abolicionista en los Estados Unidos). La implicación es que la película podría desempeñar un papel clave para acabar con la esclavitud sexual.

Si esa afirmación resulta ser cierta (¡esperemos que lo sea!), no será en última instancia por un llamado a la acción de Caviezel a mitad de los créditos para impulsar la venta de entradas. La novela de Harriet Beecher Stowe no necesitó una campaña de marketing nacional para convencer a los demás de su importancia; la eficacia de su historia se hizo evidente con el tiempo.

Los niños no son productos

En una entrevista con National Catholic Register, Caviezel (quien es católico romano) dijo: «Esta es la mejor película que he hecho desde La pasión de Cristo». Algunos pueden discrepar con ese sentimiento. Una afirmación menos controvertida, y posiblemente más acertada, es que es la película más importante en la que ha participado Caviezel desde La pasión. El escritor de Variety, Owen Gleiberman, lo insinúa cuando dice: «Sonido de libertad es una película convincente que arroja una luz auténtica sobre uno de los horrores criminales cruciales de nuestro tiempo, del que Hollywood ha rehuido la mayoría de las veces».

Sonido de libertad aborda este crucial horror criminal con una mezcla adecuada de franqueza y moderación. Deja entrever que la comunidad de cineastas que se basan en su fe  avanza en la dirección correcta, aunque haya algunos pasos vacilantes en el camino.

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