10 razones por las que el Antiguo Testamento es importante para los cristianos

Para comprender plenamente el Antiguo Testamento, debemos leerlo como creyentes en Jesús, habiendo Dios despertado nuestros sentidos espirituales para ver y oír correctamente. Es decir, leemos a través de Cristo. Entonces, como cristianos, la interpretación bíblica alcanza su meta solo después de haber encontrado a Jesús y experimentado cómo nos transforma a Su imagen. Leemos, pues, para Cristo.

Algunos cristianos pueden preguntarse: si somos parte del nuevo pacto, ¿por qué debemos tratar de entender y aplicar el Antiguo Testamento? Aunque esta respuesta requiere más desarrollo del que proveo solo en este escrito, aquí expongo diez razones por las que «Antiguo» en Antiguo Testamento no debe entenderse como «sin importancia o insignificante».

1. El Antiguo Testamento fue la única Biblia de Jesús y constituye el 75 % de las Escrituras cristianas.

Si el espacio dice algo, el Antiguo Testamento es importante para Dios, quien nos dio Su Palabra en un Libro. De hecho, fue Su primera revelación especial, y ella sentó las bases para el cumplimiento que encontramos en Jesús en el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento fue la única Biblia de Jesús y de la Iglesia primitiva (p. ej., Lc 24:44Hch 24:14), y es una parte considerable de nuestras Escrituras.

Para comprender plenamente el Antiguo Testamento, debemos leerlo como creyentes en Jesús

2. El Antiguo Testamento influye en nuestra comprensión de las principales enseñanzas bíblicas.

Sin el Antiguo Testamento, no entenderíamos el problema para el que Jesús y el Nuevo Testamento aportan la solución (Ro 5:18). Nos perderíamos muchos aspectos de la historia de la salvación de Dios (9:4-5). Tampoco comprenderíamos los diversos tipos y sombras que apuntan a Jesús (Jn 1:292:1921). Además, algunas doctrinas, como la de la creación, se entienden mejor solo a partir del Antiguo Testamento (Gn 1:1 – 2:3). Por último, la cosmovisión y las enseñanzas del Nuevo Testamento se basan en el marco proporcionado por el Antiguo Testamento.

3. Conocemos al mismo Dios en ambos Testamentos.

Nota cómo comienza el libro de Hebreos: «Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo» (He 1:1-2). ¡El mismo Dios que habló por medio de los profetas del Antiguo Testamento habla por medio de Jesús!

Pero ¿no es el Dios del Antiguo Testamento el de la ira, mientras que el Dios del Nuevo Testamento es el de la gracia? No exactamente. En resumen, Dios muestra Su ira tanto en el Nuevo Testamento como en el Antiguo (p. ej., Mt 10:28), y el Antiguo está lleno de manifestaciones de la gracia salvadora de Dios (p. ej., Éx 34:6). Ciertamente, hay numerosas expresiones de la justa ira de Yahvé en el Antiguo Testamento, del mismo modo que hay manifestaciones masivas de la misericordia comprada con sangre en el Nuevo. Sin embargo, lo importante es reconocer que nos encontramos con el mismo Dios en el Antiguo Testamento y en el Nuevo.

4. El Antiguo Testamento anuncia las mismas “Buenas nuevas” que nosotros disfrutamos.

Pablo resalta que el Señor «ya había prometido por medio de Sus profetas en las Sagradas Escrituras» el poderosísimo «evangelio de Dios» (Ro 1:1-2; cp. Gá 3:8). El más destacado de estos profetas fue Isaías, quien anticipó el día en que el Siervo real de Yahvé (el Mesías) anunciaría la reconfortante «buena nueva» a los pobres y quebrantados (Is 61:1; cp. 40:9-1152:7-10Lc 4:16-21). La lectura del Antiguo Testamento, por tanto, es uno de los medios que Dios nos ha dado para comprender mejor el evangelio y deleitarnos en Él (ver también Hebreos 4:2).

La lectura del Antiguo Testamento es uno de los medios que Dios nos ha dado para comprender mejor el evangelio y deleitarnos en Él

5. Ambos Testamentos nos llaman al amor y aclaran cómo se ve el amor.

Al igual que con Israel, el Señor llama a los cristianos a una vida caracterizada por el amor (Dt 6:510:19Mt 22:37-40; cp. 7:12Ro 13:810Gá 5:14). Sin embargo, ahora da a todos los miembros del nuevo pacto la capacidad de hacer lo que ordena. Como afirmó el mismo Moisés, la ley del antiguo pacto exigía un amor que abarcaba toda la vida (Dt 30:6), y los cristianos de hoy pueden obtener claridad a partir del Antiguo Testamento sobre el amplio impacto del amor en toda la vida.

6. Jesús no vino a dejar de lado el Antiguo Testamento, sino a cumplirlo.

Lejos de dejar de lado el Antiguo Testamento, Jesús insistió en que había venido a cumplirlo, y resaltó que las enseñanzas del Antiguo Testamento seguían siendo relevantes para Sus seguidores (Mt 5:17-19). Hay mucho para decir sobre este texto, pero lo que es importante señalar aquí es que, aunque la era del antiguo pacto ha llegado a su fin (Ro 6:14-151 Co 9:20-21Gá 5:18; cp. Lc 16:16), el Antiguo Testamento sigue siendo relevante para nosotros por la forma en que (a) muestra el carácter de Dios (p. ej., Ro 7:12), (b) señala las excelencias de Cristo y (c) nos retrata el alcance del amor en todas sus facetas (Mt 22:37-40).

7. Jesús dijo que todo el Antiguo Testamento apunta a Él.

Jesús mismo dijo: «Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio de Mí!» (Jn 5,39; cp. 1:45; 5:46-47). Luego, tras Su resurrección, abrió la mente de Sus discípulos «para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: “Así está escrito, que el Cristo padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día; y que en Su nombre se predicará el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén”» (Lc 24:45-47; cp. 24:27Hch 26:22-231 Co 2:2). Una «comprensión» adecuada del Antiguo Testamento llevará a escuchar en él el mensaje de un Mesías sufriente y resucitado, además de la misión que Su vida generaría.

Debemos estudiar, practicar y enseñar el Antiguo Testamento como lo hicieron Jesús y Sus apóstoles para el bien de la iglesia de Dios

8. Los autores del Nuevo Testamento esperan que leamos el Antiguo Testamento.

El Nuevo Testamento a menudo cita el Antiguo Testamento en formas que nos llaman a mirar el contexto original. Por ejemplo, Mateo 27 – 28 retrata la tribulación y el triunfo de Cristo en la cruz evocando el Salmo 22 muchas veces. Jesús cita el Salmo 22:1 cuando declara: «Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27:46). Al afirmar: «Y habiendo crucificado a Jesús, se repartieron Sus vestidos echando suertes» (Mt 27:35), Mateo alude al Salmo 22:16 y 18, que dice: «Me horadaron las manos y los pies… se reparten entre sí mis vestidos, / Y sobre mi ropa echan suertes». Para comprender plenamente Sus palabras, los autores del Nuevo Testamento nos remiten al Antiguo Testamento mediante sus citas y alusiones.

9. Los autores del Nuevo Testamento reconocieron que Dios dio el Antiguo Testamento para los cristianos.

En cuanto a los profetas del Antiguo Testamento, Pedro identifica: «A ellos les fue revelado que no se servían a sí mismos, sino a ustedes» (1 P 1:12). Del mismo modo, Pablo estaba convencido de que los autores del Antiguo Testamento escribieron para los creyentes del nuevo pacto, los que seguían a Jesús a este lado de Su muerte y resurrección. «Porque todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la paciencia y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza» (Ro 15:4; cp. 4:23-241 Co 10:11).

10. Pablo exige que los líderes de la iglesia prediquen el Antiguo Testamento.

Es significativo que Pablo se refiriera al Antiguo Testamento cuando habló de las «Sagradas Escrituras» que pueden dar a una persona «la sabiduría que lleva a la salvación» y de la «Escritura» que es «inspirada por Dios y útil» (2 Ti 3:15-16). Conocer este hecho nos ayuda a entender su encargo de 2 Timoteo 4:2-4. En resumen, Pablo creía que los cristianos como Timoteo necesitaban predicar el Antiguo Testamento para proteger a la iglesia de la apostasía. Aunque ahora tenemos el Nuevo Testamento, todavía debemos estudiar, practicar y enseñar el Antiguo Testamento como lo hicieron Jesús y Sus apóstoles para el bien de la iglesia de Dios.


Publicado originalmente en For The ChurchTraducido y adaptado por Eduardo Fergusson.

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