La separación Iglesia-Estado solamente se impulsó en Occidente pues nunca hubo tal afiliación en el resto del mundo. Además, dicha separación no fue inicialmente impulsada por ateos sino por los mismos cristianos no católicos y no anglicanos perseguidos por el clero.
Por: Alex Trejos
Recordemos que el «estado laico» no es un estado ateo, es un estado no confesional que debe garantizar la libertad religiosa y de culto.
La fe cristiana es una decisión personal que no debe ser impuesta por ningún estado. Esto lo entendía muy bien Thomas Jefferson quien acuñó la famosa frase «La separación de la iglesia y el estado» en la carta que escribió el 01 de enero de 1802 dirigida a la Asociación Bautista de Danbury… Sí, dirigida a una iglesia cristiana para garantizarle su libertad de culto y frenando así la persecución que pudiera realizar cualquier otro credo.
Además, la idea de la separación iglesia y estado no es nada reciente. Ya esta idea existía con los Donatistas en el siglo IV, también con los Ana bautistas perseguidos en tiempo de la Reforma Protestante en el siglo XVI, luego la Reforma Inglesa y los Puritanos en el siglo XVII. La Revolución Francesa también tuvo esta idea, pero desde una perspectiva más secular, sin embargo, esta se dio hasta el siglo XVIII.
Respetamos que aún existan estados confesionales siempre y cuando sean como los que se dan en países americanos como Costa Rica y en países europeos como Islandia, Noruega, Dinamarca, Inglaterra, etc.; donde se sigue respetando la libertad de credo. El Estado Laico no es problema mientras no sea Laicista (que es lo que pretenden todos estos grupos de izquierda y ateos). Por esto hoy día nos oponemos al «Estado Laico» en la terminología e intenciones que tienen los relativistas postmodernos (sofistas) que lo que desean es desaparecer el cristianismo y destruir así todo lo que hemos logrado como sociedad.
Por esto se han inventado la idea reduccionista de que la religión y la política no se mezclan. Estas si se pueden mezclar en la medida en que tales creencias se ajusten a la realidad ontológica y velen por el bienestar de la población, donde los valores cristianos cumplen perfectamente con esto.
Finalmente, Sí, los cristianos sí pueden ejercer en puestos políticos y las iglesias tienen todo el derecho; no de imponer, sino de dar su opinión política entre tanto están conformadas por ciudadanos que seguimos siendo mayoría en un Occidente que cree en la democracia.
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