Muchos piensan que los creyentes deben dar el diezmo (definido como dar el 10% de los ingresos personales), y muchos usan el lenguaje de “diezmos y ofrendas” en los servicios de adoración. Otros están igualmente convencidos de que el diezmo no es obligatorio para los creyentes.
¿Qué punto de vista es más fiel a la Palabra de Dios?
Ciertamente, esto no es un asunto sobre el cual los creyentes deban romper comunión. El amor es mucho más importante que nuestra opinión sobre el diezmo (1 Cor. 13). Sin embargo, yo argumentaría que el diezmo no es obligatorio, ni debería ser fomentado para los creyentes en Jesucristo. Pero tal postura necesita ser explicada.
El diezmo en el Antiguo Testamento
¿Qué dice el Antiguo Testamento acerca del diezmo? Abraham dio una décima parte de su botín de guerra a Melquisedec (Gn. 14:20), y Hebreos apela a este relato para respaldar la superioridad del sacerdocio de Melquisedec sobre el de Leví (Heb. 4:10). Dios salió al encuentro de Jacob en Betel y le prometió bendiciones de pacto; el patriarca prometió a Dios una décima parte de todo lo que le fue concedido (Gn. 28:22).
Una décima parte de la semilla, el fruto, y las ovejas de Israel eran dadas al Señor (Lv. 27: 30-32, Dt. 14: 22-24; cf. 2 Cr. 31:5-6; Neh. 13:5, 12). El pueblo daba una décima parte a los Levitas para su mantenimiento (Nm. 18: 21-24; cf. Neh. 10:38; 12:44), y los Levitas, a su vez, debían dar una décima parte al sumo sacerdote (Nm. 18:25-28). Aquellos que no diezmaron fueron amenazados con una maldición, mientras que aquellos que diezmaron se les prometió bendición (Mal. 3:8-10).
Aunque podríamos asumir que Israel en el Antiguo Testamento dio un total de 10 por ciento, en realidad es difícil discernir cuánto se dio. No podemos detenernos en detalles en este breve artículo, pero algunos piensan que los israelitas daban catorce diezmos durante siete años; otros creen que daban doce. En todo caso, cuando juntamos los diezmos requeridos, la cantidad ciertamente supera el diez por ciento. De hecho, el número probablemente era alrededor de 20% al año.
Por qué el diezmo no es requerido hoy en día
Hay siete razones decisivas para decir que los cristianos no están obligados a diezmar.
1. Los creyentes ya no están bajo el pacto mosaico (Rm. 6:14-15; 7:5-6; Gál. 3:15-4:7; 2 Co. 3:4-18).
Los mandamientos estipulados en el pacto mosaico ya no están en vigor para los creyentes. Algunos apelan a la división entre la ley civil, ceremonial, y moral para respaldar el diezmo. Sin embargo, yo observaría que estas divisiones no son la base que Pablo usa cuando se refiere a cómo la ley aplica para nosotros hoy en día. Y aun si usamos esas distinciones, claramente el diezmo no es parte de la ley moral. Es cierto que las normas morales del Antiguo Testamento todavía están en vigor hoy en día, y las discernimos de la ley de Cristo en el Nuevo Testamento, pero el diezmo no está entre esos mandamientos.
2. Los ejemplos de Abraham y Jacob no son patrones normativos.
Algunos piensan que el diezmo es obligatorio porque tanto Abraham como Jacob dieron una décima parte, y ambos vivieron antes de que el pacto mosaico estuviera establecido. Sin embargo, difícilmente tales ejemplos demuestran que el diezmo sea para todos los tiempos. El regalo de Abraham a Melquisedec fue un acontecimiento que sucedió una sola vez; no hay evidencia de que él le diera a Dios una décima parte de manera regular.
El que Jacob entregara una décima parte significaba su agradecimiento a Dios por haberle prometido estar con él y protegerlo. Su agradecimiento y generosidad todavía nos hablan hoy, pero una descripción histórica de lo que Jacob dio no apoya la idea de que todos los creyentes deben dar a Dios una décima parte de sus ingresos.
3. Los diezmos fueron dados a los levitas y a los sacerdotes, pero no hay levitas y sacerdotes en el nuevo pacto.
Los levitas y los sacerdotes estaban atados al sistema de sacrificios del antiguo pacto. Ahora todos los creyentes son sacerdotes (1 Pe. 2:9; Ap. 1:6; 5:10; 20:6), con Jesús como nuestro Sumo Sacerdote Melquisedeciano (Heb. 7).
4. El diezmo está ligado a la tierra que Israel recibió bajo el antiguo pacto.
Israel debía celebrar un diezmo cada tres años en Jerusalén. Pero ese requisito no puede aplicarse a los cristianos hoy en día. Eso era en relación a los judíos como nación, a los judíos que vivían en la tierra de la promesa. Con la venida de Cristo, la nación judía ya no es más el lugar del pueblo de Dios, aunque individuos judíos son parte de la Iglesia a través de la fe en Jesús.
La Jerusalén terrenal ya no es central en los propósitos de Dios (Gál. 4:25). Los creyentes son parte de la Jerusalén celestial (Gál. 4:26) y esperan la ciudad que ha de venir (He. 11:10), a los cielos nuevos y la tierra nueva (Ap. 21:1-22: 5). Abraham no es heredero de la tierra de Israel, sino de todo el mundo (Rm. 4:13).
5. Si el diezmo es obligatorio hoy en día, ¿cuánto deberíamos dar?
Como se señaló anteriormente, el número era ciertamente más del 10% y cercano al 20%. Aquellos que abogan por el diezmo probablemente deberían quedarse en el 20%.
6. Cuando Jesús afirmó el diezmo, sucedió antes del comienzo del nuevo pacto.
Algunos defienden el diezmo diciendo que Jesús elogió el diezmo, incluso si dijo que era menos importante que otras cosas (Mt. 23:23; Lc. 11:42). Este argumento parece fuerte, pero no es persuasivo. Jesús también mencionó el ofrecimiento de sacrificios en el templo (Mt. 5:23-24), pero los cristianos no piensan —incluso si el templo fuera reconstruido— que deberíamos hacer eso. Las palabras de nuestro Señor son comprensibles cuando pensamos sobre su ubicación en la historia de la redención.
Jesús habló acerca de los sacrificios y el diezmo antes de la cruz y la resurrección, antes del comienzo del nuevo pacto. Él usó el diezmo y los sacrificios como ilustraciones cuando se dirigía a sus contemporáneos. Él guardó la ley debido a que fue “nacido bajo la ley” (Gál. 4:4). Pero no podemos tomar sus palabras como que aprueban el diezmo hoy en día más de lo que podemos tomarlas como que aprueban el ofrecer sacrificios.
7. En ninguna parte del Nuevo Testamento se menciona al diezmo cuando se manda a dar generosamente.
Cuando los cristianos reciben instrucción sobre dar a los pobres, no se les manda a dar “el diezmo al pobre”. En cambio, se les instruye a ser generosos en ayudar a los necesitados (Hch. 2:43-47; 4:32-37; 11:27-30; Gál. 2:10; 1 Cor. 16:1-4; 2 Cor. 8:1-9:15). Por ejemplo, 1 Corintios 16:1-4, un pasaje que a menudo es citado en círculos populares como respaldándolo, no menciona el diezmo; el pasaje habla sobre una ofrenda que se hizo a los santos pobres en Jerusalén.
Da generosamente
Aunque el diezmo no es obligatorio hoy en día, no significa que los creyentes deban acumular posesiones.
Se nos ordena apoyar a los que predican el evangelio (Mt. 10:10; Lc. 10:7; 1 Co. 9:6-14; 1 Ti. 5:17-18). Y aunque debemos disfrutar de las cosas buenas que Dios nos da, también somos llamados a ser generosos con los necesitados (1 Ti. 6:17–19; 2 Co. 8–9). La riqueza puede convertirse fácilmente en un ídolo, llevándonos a abandonar al Señor.
Puesto que Dios debe ser nuestro tesoro, los creyentes deben dar generosamente y libremente. Para muchos en occidente, esto significará dar más del 10%.
Aun así, la Escritura no ordena que los cristianos den una décima parte, y la Escritura, no la tradición, es nuestra regla y autoridad.
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