Hacia un nuevo orden internacional ¿multipolar?

Uno de los debates más frecuentes sobre la transformación del sistema internacional contemporáneo se centra en si el mundo está transitando hacia una configuración multipolar o ya puede considerarse inmerso en ella. Esta hipótesis se sustenta principalmente en el sostenido declive de la hegemonía estadounidense junto al surgimiento de potencias euroasiáticas, como China y Rusia, que buscan obtener mayor protagonismo en los asuntos mundiales. Pero, ¿realmente vivimos en un mundo multipolar?

Para responder esta pregunta primero definiremos los términos multipolaridad y bipolaridad, posteriormente examinaremos los principales indicadores de poder económico y militar para determinar si realmente el mundo de la Guerra Fría era bipolar y, finalmente, tomaremos en cuenta los mismos parámetros para sugerir la polaridad del contexto geopolítico actual.

Sobre el primer punto, las definiciones tradicionales de la multipolaridad la explican como un sistema en el que las capacidades materiales de varias grandes potencias son similares. Convencionalmente, las facultades militares y económicas son los principales indicadores que revelan el poderío de las potencias. Así, si en el sistema internacional hay más de tres Estados predominantes con un poder relativamente equilibrado, hablaríamos de un mundo multipolar, mientras que sería bipolar si hubieran dos, o unipolar en el caso de no existir paridad respecto a un polo dominante.

Si bien el mundo ha dejado atrás la supremacía unipolar solitaria estadounidense de la década de 1990, todavía no ha ingresado en una etapa de multipolaridad y ni si quiera de bipolaridad.

Ahora pasemos al segundo punto. Es sabiduría convencional que durante el periodo de la Guerra Fría el mundo era bipolar. Es decir, después de la Segunda Guerra Mundial hasta la debacle de la Unión Soviética con la caída del muro de Berlín en 1989, había dos potencias dominantes: Estados Unidos y la Unión Soviética. Para corroborar la bipolaridad del periodo, tomemos en cuenta las capacidades materiales de estas potencias, particularmente en cuanto a sus facultades militares y económicas.

Consideramos el poder militar. Con excepción de la década de 1950, cuando todavía la Unión Soviética se encontraba mermada de los estragos de la Segunda Guerra Mundial, había relativa paridad en cuanto al gasto militar de ambas potencias durante la Guerra Fría, como se muestra en la tabla 1. Respecto al armamento nuclear, también había paridad entre las superpotencias, como se muestra en la tabla 2.

En cuanto a la economía, aunque las cifras al respecto sobre la Unión Soviética son muy variables dependiendo de la fuente, el tamaño de la economía estadounidense (PIB) siempre fue superior al soviético (tabla 3). Sin embargo, fue hasta la década de 1980 cuando ya se desdibujaba marcadamente la debacle de la económica soviética. Es decir, durante las décadas anteriores, hubo algún grado de paridad entre las potencias en términos económicos, aunque ciertamente menor que en el aspecto militar. Así, considerando tanto lo militar como económico, es posible concluir que de la Guerra Fría era una época bipolar.

Tras el colapso del bloque socialista y por ende del mundo bipolar, en la década de 1990 emergió un contexto de clara hegemonía estadounidense, conocido como la “unipolaridad”. Estados Unidos pasó a ser la única superpotencia militar tras duplicar su gasto en defensa respecto a Rusia, mientras que su economía superaba aún más ampliamente a su contraparte.

Sin embargo, en las últimas 2 décadas, varias tendencias sugieren un escenario más multipolarizado. El ascenso de los llamados BRICS originales (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica), particularmente de China y Rusia, ha llevado a muchos a hablar de un mundo bipolar, si no es que multipolar. Alemania, Francia, la India y el Reino Unido parecen también tener un lugar importante en el sistema internacional. ¿Vivimos ya en un mundo bipolar o multipolar? Consideremos los indicadores que utilizamos para confirmar la bipolaridad de la Guerra Fría ahora para comparar las potencias actuales.

Respecto al factor económico, si tomamos en consideración las primeras siete economías del mundo, sobresalen por mucho dos actores: Estados Unidos y China, como se muestra en la tabla 4. Japón, que tiene el tercer puesto, es menos de la tercera parte de la economía china y una quinta parte de la estadounidense. Alemania, la India, el Reino Unido y Francia, las siguientes grandes economías, están aún más lejos de los dos punteros, mientras que Rusia ni siquiera figura en esta lista. Por su puesto que la población china, de casi 1500 millones, es cuatro veces mayor que la estadounidense y, en este sentido, el PIB per cápita de Estados Unidos es muy superior al de China. Sin embargo, considerando el PIB nominal, hay relativa paridad entre estos dos principales polos económicos con una tendencia a que la brecha se estreche cada vez más en los próximos años.

No obstante, al analizar el poderío militar, queda claro que aún hay un diferencial importante por parte de Estados Unidos. Si bien China ha reducido considerablemente la brecha en lo económico, se encuentra muy lejos respecto al presupuesto militar, como lo muestra la tabla 5. Asimismo, ninguna otra potencial tercera fuerza como la India, el Reino Unido, Francia o incluso Rusia está actualmente en condiciones equiparables al gasto militar estadounidense desde el fin de la Guerra Fría. El gasto de Estados Unidos en 2023 en este rubro es más de tres veces mayor que el de su más cercano competidor (China) y casi diez del de Rusia. Este ha sido el mismo caso desde finales de la Guerra Fría. Es decir, Estados Unidos lleva al menos 3 décadas de ventaja en cuanto a gasto —y por ende tecnología— militar respecto a cualquier otra potencia.

En cuanto al armamento nuclear, los números no han cambiado mucho respecto a los de la Guerra Fría. La paridad de Estados Unidos y Rusia continúa, pues ambos siguen acaparando alrededor de 90% del arsenal nuclear mundial. No obstante, como ya se comentó, el distanciamiento del gasto militar entre estas potencias es substancial, por lo que ya no se puede hablar de paridad en este rubro entre estas potencias. Más aún, si consideramos otros indicadores, la supremacía estadounidense es evidente. Por ejemplo, la capacidad proyectiva estadounidense en alrededor de 800 bases militares en el exterior no tiene comparación. El segundo país con más bases en el exterior es Francia con 118, seguida del Reino Unido con 113. Rusia, por su parte, con poco más de 20, parece más una potencia regional en este sentido.

En definitiva, un análisis de las capacidades militares y económicas de las actuales potencias sugiere que, si bien el mundo ha dejado atrás la supremacía unipolar solitaria estadounidense de la década de 1990, todavía no ha ingresado en una etapa de multipolaridad y ni si quiera de bipolaridad. El ascenso chino apunta hacia una suerte de “bipolaridad”, pero en el ámbito económico, Estados Unidos lleva décadas de ventaja a las potencias en cuanto al gasto militar, el cual ha mantenido a niveles muy superiores a cualquier otro rival desde el fin de la Guerra Fría. No obstante, el término unipolaridad tampoco refleja el sistema internacional actual, dado el declive gradual estadounidense. La distribución actual de capacidades pareciera estar próxima a una suerte de unipolaridad parcial en transición hacia otro tipo de configuración.

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