Según una investigación reciente, solo un país latinoamericano está entre los veinte más felices del mundo. Pero ¿cuál es el criterio para definir esa “felicidad”?
¿Qué tan bueno es vivir en uno de los países más felices del mundo?
En marzo de este año, Gallup y Oxford publicaron su Reporte sobre la felicidad mundial, en el cual clasificaron a más de 140 países según su nivel de felicidad. En una escala de 0 a 10, Finlandia ocupa el primer puesto a nivel mundial, con una puntuación de 7.74, seguida por otros países de Europa del Norte: Dinamarca en segundo lugar con 7.58, Islandia en tercer lugar con 7.52 y Suecia en cuarto lugar con 7.34.
La mayoría de los países de Latinoamérica se encuentran en posiciones intermedias, con puntajes de 5.6, en el caso de Venezuela, o similares. Los últimos lugares de la lista son ocupados por países de África Subsahariana, como Zimbabue con 3.34, de Medio Oriente, como Líbano con 2.7, y de Asia Meridional, como Bangladesh con 3.88. El último puesto, el 143, corresponde a Afganistán, con una puntuación de 1.72.Pero ¿cómo interpretamos el concepto de “felicidad”? ¿Hay alguna diferencia entre la definición del Reporte y lo que nos dice la Biblia?
La definición de felicidad
Para su medición, Gallup utilizó la escala de Cantril, en la cual las personas evalúan su vida de 0 a 10, donde 0 es la peor vida posible y 10 es la mejor. Esta autoevaluación proporciona una medida directa de la satisfacción general con la vida según la percepción personal del individuo.
Adicional a dicha escala, el reporte utiliza siete (7) indicadores socioeconómicos y psicológicos para analizar y comparar la felicidad entre diferentes países:
- “PIB per cápita”, que representa la riqueza económica de un país ajustada por la cantidad de personas que viven en él.
- “Apoyo social”, que mide la disponibilidad de apoyo en la red social de una persona, es decir, si tienen amigos o familiares en quienes pueden confiar en tiempos difíciles.
- “Esperanza de vida saludable”, que refleja cuántos años se espera que viva una persona en buena salud.
- “Libertad para tomar decisiones de vida”, es decir, hasta qué punto los individuos sienten que tienen control sobre su vida y sus decisiones diarias.
- “Generosidad”, que se mide mediante la frecuencia con que las personas informan haber donado a caridad.
- “Percepciones de corrupción”, que examina cómo la corrupción percibida dentro del gobierno y los negocios afecta la confianza de las personas en estas instituciones.
- “Afectos positivo y negativo”, que reflejan las experiencias emocionales cotidianas de las personas.
Para conocer de primera mano cómo viven las personas de los países más felices del mundo, BITE entrevistó al pastor Mika Kaltoft, quien ministra en la Iglesia Bíblica de Aarhus en Dinamarca y es fundador de NordicHope Press, una editorial cristiana que busca combatir el analfabetismo bíblico en Escandinavia. Cuando le preguntamos sobre esta definición de felicidad, dijo:
Creo que la palabra “felicidad” es un poco engañosa. Creo que una mejor palabra probablemente sería “contento”, es decir, que estamos bien donde estamos. Pienso que “felicidad” probablemente tiene una respuesta más emocional, mientras que “contento” es solo reconocer que la vida es buena. Entonces, creo que deberíamos decir que estamos en “el segundo país más contento del mundo”. El problema es que probablemente no suene tan bien como decir “es el más feliz”, pero creo que esa es una mejor palabra para describir la situación aquí.
De alguna manera, creo que [el Reporte] describe cómo es [nuestra] vida en Suecia. En muchos aspectos las cosas funcionan bien: tenemos atención médica y educación gratuitas, seguridad social, corrupción relativamente baja, bienestar y otros recursos para ser felices (…). Así que, en cierto sentido, puedo estar de acuerdo con este informe, pero en muchos otros aspectos no, porque, en última instancia, la felicidad profunda y duradera no existe en esta forma de seguridad y protección. Puede ayudarnos, pero también puede obstaculizarnos en la búsqueda de felicidad verdadera, y creo que ese es el caso en Suecia.
El problema con medir la felicidad según la percepción personal de los individuos es que los seres humanos no sabemos qué es lo que realmente nos hace felices.
¿Qué dice la Palabra de Dios sobre la felicidad humana? El rey David oró en el Salmo 16 diciendo: “En Tu presencia hay plenitud de gozo, en Tu diestra hay deleites para siempre” (NBLA). Asaf confesó en el Salmo 73 que su envidia hacia los impíos no tenía sentido, porque “Fuera de [Dios], nada deseo en la tierra” (NBLA). ¿Esto es lo mismo que están viviendo las personas en Dinamarca? Kaltoft dijo al respecto:
Si todas esas categorías se cumplen, probablemente estés viviendo una vida bastante buena aquí en la Tierra. Pero el problema es que puedes tener una buena vida, pero ¿de qué le sirve a una persona ganar el mundo entero y perder su alma? Entonces, en cierto sentido, es verdad, estamos viviendo una vida muy cómoda aquí en Dinamarca de muchas maneras. Pero es como estar en el Titanic: las cosas iban muy bien, la gente se estaba divirtiendo, pero un día chocaron con un iceberg y murieron.La felicidad que vemos en el apóstol Pablo es muy distinta a ese contentamiento externo del que habla Mika. Cuando estuvo preso y sufriendo persecución, dijo en su epístola a los Filipenses: “de todas maneras, ya sea fingidamente o en verdad, Cristo es proclamado; y en esto me regocijo, sí, y me regocijaré” (NBLA). De esta felicidad habla la primera pregunta del Catecismo menor de Westminster: “¿Cuál es el fin principal del hombre? El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios, y gozar de Él para siempre”. Sobre este tipo de felicidad, Kaltoft comentó:
En última instancia, encontramos nuestra felicidad, verdadera felicidad, verdadera realización, verdadero propósito y verdadero valor en Cristo. Y, por lo tanto, si quieres vivir una buena vida en la Tierra, esas categorías podrían estar en lo correcto. Pero, en última instancia, al entender que este es el mundo de Dios y que Él nos ha creado, la única manera de encontrar verdadera felicidad, contentamiento, propósito, valor, amor o gozo es en Cristo solamente.
Si bien los indicadores de felicidad de Gallup corresponden a varias formas de bienestar que la Biblia misma describe como buenas para el ser humano, estas siempre están en un plano secundario:
- Por ejemplo, Pablo ordena que las personas oren para tener una “vida tranquila y sosegada” (1Ti 2:1-2). Sin embargo, el propósito de ello es tener la libertad de predicar el evangelio, pues Dios “quiere que todos los hombres sean salvos” (1Ti 2:4).
- El apóstol también le dice al que es esclavo: “si puedes obtener tu libertad, prefiérelo” (1Co 7:21). Pero, aún si se es esclavo, Pablo manda a no preocuparse, “porque la apariencia de este mundo es pasajera” (1Co 7:31).
- Además, el predicador de Eclesiastés dice: “No hay nada mejor para el hombre que comer y beber y decirse que su trabajo es bueno” (Ec 2:24). Pero luego afirma que esto “es vanidad y correr tras el viento” (Ec 2:26).
Todo esto nos lleva a la pregunta: ¿siempre es mejor vivir en uno de estos países que Gallup define como los más felices?
El problema de los países más felices
Hay un dicho popular que dice: “El dinero no es la felicidad, pero siempre es mejor llorar en un Ferrari”. Si bien los indicadores de Gallup no ofrecen una definición bíblica de la verdadera felicidad, parece lógico pensar que es mejor estar en un lugar próspero. No sorprende que tantas personas en diferentes partes del mundo se esfuercen por migrar a Europa y Norte América. Sin embargo, los países de Europa del Norte tienen problemáticas que pueden llevar a reconsiderar esta opinión. Kaltoft afirmó:
Algo que encuentro aquí en Dinamarca es que ciertamente somos muy individualistas, lo cual resulta en soledad o sentimientos de ansiedad. (…) Pero, por otro lado, tenemos un problema con el alcohol en Dinamarca. Los jóvenes en Dinamarca son conocidos por ser los adolescentes en Europa que más beben, al menos en el norte de Europa, y muchas personas viven para los fines de semana, cuando pueden beber y socializar con sus amigos. La cultura del alcohol también ayuda a que la gente no sea tan reservada y a hablar más con los demás. Así que es interesante, porque, en cierto sentido, somos muy individualistas, pero cuando hay alcohol de por medio, nos volvemos bastante sociales.
Magnusson también destacó la soledad como un desafío clave en Suecia:
[Un] desafío es la soledad, que, estoy convencido, es una consecuencia de nuestra riqueza (…); el hogar unipersonal es la forma de vivienda más común en Suecia. Sí, en un sentido, la gente en Suecia es feliz, pero al mismo tiempo muchas personas están solas y luchan con la inseguridad, la ansiedad y la depresión, especialmente los jóvenes.
Este problema de soledad, particularmente presente en los jóvenes, se hizo evidente en las tendencias etarias del Reporte de Gallup. A nivel mundial, aquellos que nacieron después de 1980 tienden puntajes de felicidad menores que quienes nacieron después de 1965. Esta caída en los puntajes de felicidad de los jóvenes se hizo más evidente en los lugares más prósperos del mundo, como Norte América y Europa Occidental.
Como destacó Kaltoft, a este problema de la soledad se suma la depresión:
En Dinamarca hay mucha depresión. De hecho, el sector psiquiátrico en Dinamarca está completamente saturado, lo que significa que, si quieres una cita, según las noticias, tendrás que esperar mucho tiempo para hablar con un psiquiatra, ya que hay demasiadas personas, especialmente jóvenes, que desean hablar con uno. Eso obviamente indica que hay problemas.
En Dinamarca tenemos algo que llamamos “la píldora de la felicidad”, que es un antidepresivo. Según mi entendimiento, hay muchas personas que reciben esta “píldora de la felicidad”. Es interesante porque, aunque somos uno de los países más felices del mundo, tal vez también somos un país que dispensa muchas de estas píldoras de la felicidad.
El hecho de que las personas cuenten con bienestar, riqueza y seguridad por parte del gobierno las hace más susceptibles a creer que pueden ser independientes de otros, exacerbando su soledad y depresión. Kaltoft añadió al respecto:
En Dinamarca, puedes confiar en tus amigos o familiares para algunas cosas, pero también, financieramente y en otros aspectos, dependemos del gobierno. Pagamos altos impuestos, y si no tengo trabajo, puedo acudir al gobierno; podría ser un sindicato de desempleo, o tal vez beneficios de desempleo que puedas recibir. Así que puedes seguir viviendo, y en ese sentido, creo que dependemos más del sistema que de las personas.
Pero, además de la soledad, la depresión y el uso de sustancias como el alcohol y las drogas, también hay un profundo problema de tipo teológico. En términos del ministerio cristiano, es mucho más complicado compartir el evangelio en una sociedad escandinava que en un país latinoamericano, que, según Gallup, es mucho menos feliz. Un ejemplo de ello es el ministerio de Kaltoft en Dinamarca:
Mi esposa es mexicana y yo he vivido en México. Sé que, en la cultura latina, muchos países latinos tienen el catolicismo como la religión principal. Como resultado, las personas crecen conociendo a Dios, no necesariamente conociendo a Dios por fe en Cristo solamente, pero sí conocen a Dios. Por lo tanto, no es necesario hacer tanta apologética. Aquí, sin embargo, tendemos a tener que hacer mucha apologética, no para persuadir a las personas de entrar en el reino de Dios, porque solo Dios salva, sino para derribar todas las concepciones erróneas que tienen, de manera que podamos tener una conversación clara con ellas. Gran parte de nuestro ministerio implica hablar con escépticos y proporcionar respuestas racionales desde la Biblia para ayudar a desmantelar esas barreras. En ese sentido, sus corazones pueden estar más abiertos y listos para hablar realmente sobre el evangelio.
En cierto sentido, las personas en los países más felices del mundo tienen más obstáculos para conocer a Dios. Sin duda, las personas en Latinoamérica y en Europa del Norte están en la misma condición pecaminosa. Sin embargo, sus puntos de referencia son muy distintos:
Cuando queremos compartir el evangelio con un no creyente, ciertamente podemos hablar con las personas. Sin embargo, a menudo necesitamos empezar desde cero, porque, en una sociedad postcristiana como Dinamarca, no tienen un punto de referencia fuerte. Pueden haber oído hablar de Dios y de Jesús, pero quién es Dios realmente, quién es Jesús, y lo que Él hizo en la cruz, no tienen idea. (…) Al evangelizarlos, les pregunto: “Jesús murió en la cruz; ¿has oído eso antes?”. “Claro, lo he oído antes”, responden. Entonces, digo: “¿Sabes por qué tuvo que morir en la cruz?” Silencio.
A estas barreras culturales se suma la escasez de material sólido disponible con el cual compartir el evangelio y enseñar sobre la Escritura:
Falta material evangelístico. Material de discipulado (…). Supongamos que hay un nuevo creyente, y él dice: “Solo quiero conocer los fundamentos de la fe. Es decir, ¿qué significa ser cristiano?” Pero ¿adónde vas? Bueno, si quieres material basado en la Biblia, no hay nada, excepto lo que estamos en proceso de publicar en Dinamarca.
Bueno, pero no demasiado
En conclusión, hay muchas bondades en los países prósperos o, en palabras de Gallup, “felices”, bondades que también fueron diseñadas por Dios para el disfrute humano. Sin embargo, no podemos ignorar sus profundas carencias, relacionadas con su riqueza y bienestar, y sobre todo, el gran peligro de que las personas opten por una cosmovisión que saca a Dios completamente del panorama.
El único país completamente feliz estará en la Nueva Tierra, donde no solo habrá libertad, plenitud, riqueza y una comunidad perfecta, sino que tendremos una relación eterna con Dios, la única fuente de satisfacción plena para el hombre.
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