Por: Roger L. Simon / escritor y guionista nominado al Oscar, y es cofundador de PJ Media.
El tenor del debate presidencial del martes por la noche entre Donald Trump y Joe Biden ha creado un previsible alboroto.
Algunos sintieron que Trump fue grosero y ruidoso. Otros pensaban que fue acorralado en un dos contra uno cuando Chris Wallace de Fox no fingía ser un moderador neutral.
Una vez más, si se cree a los medios de comunicación, el presidente bárbaro se ha destruido a sí mismo, sus perspectivas electorales son ahora desesperadas e inexistentes.
Sin embargo, aunque parezca extraño, las encuestas posteriores al debate en CSPAN y en Telemundo mostraron a sus televidentes, con una diferencia de casi dos a uno, que Trump había ganado el debate.
Vaya, vaya.
Pero no tengan miedo. La buena gente de la Comisión de Debates Presidenciales viene al rescate.
De nuestros amigos del New York Times:
“La Comisión de Debates Presidenciales dijo el miércoles que ajustaría el formato de los restantes enfrentamientos de este año tras el tumulto del martes por la noche en Cleveland, donde las frecuentes interrupciones del presidente Trump provocaron un evento caótico y a menudo incoherente”.
“Se están considerando varios cambios, incluyendo nuevos límites en los tiempos de intervención que reemplazarían una porción de discusión abierta del debate donde tradicionalmente se ha animado a los candidatos a participar libremente, según dos personas con conocimiento de las discusiones de la comisión el miércoles”.
Ah, esas ubicuas “dos personas con conocimiento de las discusiones de la comisión…”, ¿dónde hemos escuchado eso antes?
Pero no importa. Asumamos por una vez que el Times tiene razón y démosle el Pulitzer al Mejor Reportaje/Debate (lo ganarán de todos modos). Pronto tendremos un nuevo conjunto de reglas que sin duda serán más estrictas y mantendrán a The Donald bajo control.
Tengo una sugerencia totalmente diferente.
Eliminemos completamente a los moderadores de los debates presidenciales, a todos ellos, no solo a Chris Wallace, aunque estoy casi seguro de que la gran mayoría de los espectadores de Fox estarían encantados de verle marchar.
Los debates presidenciales deben ser moderados al estilo Lincoln-Douglas: los dos candidatos solos en el escenario.
Para aquellos que no lo recuerdan, o para los que asistieron a nuestras escuelas cuando tales cosas ya no se enseñaban:
“Los debates Lincoln-Douglas (también conocidos como los Grandes Debates de 1858) fueron una serie de siete debates entre Abraham Lincoln, el candidato del Partido Republicano al Senado de los Estados Unidos por Illinois, y el actual senador Stephen Douglas, el candidato del Partido Demócrata. (…) Los debates anticiparon los problemas que Lincoln enfrentó más tarde tras su victoria en las elecciones presidenciales de 1860“.
Lincoln fue una especie de sensación en esos debates, que le llevaron a su reconocimiento nacional y a la presidencia.
Estos enfrentamientos mano a mano sin moderador o moderadores ofrecen una visión mucho más directa de las ideas de los candidatos sin la intervención de los árbitros, que tienen sus propios prejuicios.
Los moderadores, incluso los que parecen o dicen ser los más ecuánimes, eligen de alguna forma un bando. Todos lo hacemos. Podemos prescindir de ellos.
Los debates entre Lincoln y Douglas son más sencillos de llevar a cabo y son lo opuesto al enfoque basado en las normas que adopta la Comisión. Los candidatos pueden establecer sus propias reglas sobre la marcha.
Por ejemplo, si el tema del debate de ese día es la política exterior, un candidato solo tiene que decir “Usted está cambiando de tema” cuando su oponente se desvía hacia los asuntos internos, o puede sumarse a él para discutir el tema, si así lo desea.
Si uno de los candidatos monopoliza la discusión o usa insultos baratos como “racista” o “payaso”, el otro puede hacerlo también.
El público es lo suficientemente inteligente como para ver lo que está sucediendo, sacar sus propias conclusiones y responder en consecuencia en las urnas.
Sé que es poco probable que el estilo Lincoln-Douglas sea adoptado para nuestros actuales debates presidenciales. Los medios de comunicación, preocupados por cómo Biden podría hacerlo por sí mismo, lo aborrecerían, al igual que lo harían aquellos que asesoran al candidato, sin mencionar la Comisión, que se vería imposibilitada por tal enfoque.
Sin embargo, algún día en el futuro podemos volver a esta técnica de mediados del siglo XIX. Seríamos capaces de hacerlo mejor.
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