Se ha visto una moda peligrosa y desmedida de atar y desatar un millar de cosas y hasta situaciones. Ya sean bendiciones, «Palabra de Dios», maldiciones, malas fortunas, prosperidad, y hasta malos espíritus. Al ver tan mala utilización de las escrituras, a continuación se tratará de aclarará el contexto y el mensaje que Jesús quiso transmitir.
Mateo 16:19 y 18:18
Veamos la explicación de estos dos pasajes.
Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos. – Mateo 16:19
Ser encargado de las llaves era una de las funciones más importantes que podía tener un sirviente en una casa (Mar. 13:32-34); un funcionario de alto rango tenía las llaves en un reino (Isa 22:20-2) y en la casa de Dios, el templo. Las llaves aquí hacen referencia a la autoridad para admitir el ingreso al Reino (Mat. 23:13), sobre la base del conocimiento de la verdad acerca de Jesús (16:16). Muchos judíos sentían que la suprema corte judía actuaba sobre la base de la autoridad del tribunal de Dios en el cielo, ratificando, en cierto sentido, sus decretos. «Atar» y «desatar» eran términos usados normalmente para la autoridad legislativa de los rabinos en la interpretación de las Escrituras (“prohibir” y “permitir”), en consecuencia podría aplicarse a situaciones jurídicas también.
De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. – Mateo 18:18
«Atar» (dësëis) es, en lenguaje rabínico, prohibir, «desatar» (lusëis) es permitir.
La redacción misma—nótese “todo lo que” y no “a quienquiera que”—muestra que el pasaje se refiere a cosas, en este caso creencias y acciones, no directamente a personas. Atar y desatar son expresiones rabínicas que significan prohibir y permitir. Naturalmente, si una persona continuaba haciendo y creyendo lo que estaba prohibido, negándose a arrepentirse, sería disciplinado; a la inversa, si se arrepentía de este mal camino, sería perdonado: la “exclusión” sería levantada. De aquí que el pasaje tiene también implicaciones con respecto a la correcta conducta o falta de buena conducta de los miembros de la iglesia, como lo indica una comparación de Mt. 16:19 con Jn. 20:23. Esta autoridad sobre la fe y la moral, y consecuentemente también sobre la membresía solamente puede ser ejercida cuando se hace en completa armonía con las enseñanzas de Jesús, o para expresarlo en forma diferente, con la Palabra de Dios. Jesús condenó definitivamente todo atar y desatar que fuese arbitrario, caso en que el prohibir y permitir, el excluir y admitir y readmitir equivale a una transgresión del mandamiento de Dios (15:1–20; 23:13). Cuando una persona es excomulgada injustamente, el Señor la recibe (Jn. 9:34–38).
Contexto cultural y forense: Mateo 18:15-22
Es necesario tener presente que la totalidad del contexto de este pasaje sobre la disciplina en la iglesia es la misericordia y el perdón; el perdón suaviza (pero no anula) la fuerza de este pasaje sobre la aplicación de la disciplina a los ofensores dentro de la comunidad cristiana. El énfasis del contexto está puesto en la esperanza de recuperar a los equivocados, no en confirmarlos de manera irreparable en su culpa.
18:15. Este procedimiento era el indicado en la costumbre judía, los rabinos y otros exigían que uno comenzara con la reprensión privada. Avergonzar públicamente a una persona sin necesidad se consideraba un pecado, y los maestros judíos enfatizaban la importancia de recibir reprensión.
16:16 Deuteronomio 19:15 (cf. 17:6,7) era el texto clásico que las autoridades judías citaban para exigir testigos. Se siguen procedimientos jurídicos estrictos en este caso, porque está a punto de iniciarse una acción judicial; Jesús está de acuerdo aquí con la práctica judía de la reprensión en privado, los testigos, y, por último, si no hay arrepentimiento, la asamblea de los jueces.
18:17 Una iglesia propiamente dicha funcionaría como una antigua sinagoga, y las sinagogas antiguas eran no solo recintos dedicados a la oración y el estudio, sino centros comunitarios donde se aplicaba la disciplina a un miembro de la comunidad que cometía un agravio. Esta disciplina podía asumir diversas formas, que incluían el azote en público, pero las más severas eran diversos niveles de exclusión de la comunidad. Al aplicarse el nivel de disciplina más severo, el ofensor sería tratado como un pagano en lugar de un judío. Los paganos y los cobradores de impuestos por igual estaban excluidos de la vida religiosa de la comunidad judía. La advertencia final a una persona antes que una corte tomara una decisión (Deut. 25:8) era un acto de misericordia.
18:18 Metáfora natural para condenar o absolver en una corte. Como términos utilizados regularmente para la autoridad legislativa de los rabinos en la interpretación de las Escrituras, podían naturalmente aplicarse a situaciones judiciales también.
18:19, 20 Los “dos o tres” seguramente se refiere a los “dos o tres testigos” de 18:16. Estos versículos quizá se refieren a la oración de condenación pronunciada en una excomunión judía; o podrían representar oraciones a favor del arrepentimiento y consiguiente perdón de la persona excomulgada (ver 1 Jn. 5:16). En cualquiera de los casos es interesante notar que en el AT los testigos debían ser los primeros en ejecutar el juicio de la oración (Deut. 17:7); aquí ellos son los primeros en orar. Diez varones judíos era el quórum (asamblea) mínimo para construir una asamblea de la sinagoga, pero con frecuencia se decía que la presencia de Dios estaba aun con dos o tres que se reunieran a estudiar su ley. En consecuencia, la presencia de Jesús se presenta aquí como idéntica a la de Dios; también en Mateo 1:23; 28:20. (Uno de los nombres más comunes para Dios entre los rabinos posteriores era “el Lugar”, es decir, el Omnipresente.)
18:21, 22 setenta veces siete (algunos intérpretes lee setenta y siete) no significan aquí exactamente 490; se trata de una clásica forma judía de expresar de manera gráfica: “Nunca guardes rencor”. Debido a que el verdadero arrepentimiento debía incluir el apartarse del pecado, algunos rabinos posteriores limitaron a tres veces las oportunidades del perdón para un determinado pecado; Pedro quizá haya pensado que su ofrecimiento de siete veces era generoso.
Conclusión
Atar y desatar son términos de disciplina dentro de la comunidad cristiana, no son para espíritus, bendiciones, objetos, maldiciones y muchas otras cosas más.
Vemos cuán glorioso es el Señor que imparte disciplina con orden y misericordia, totalmente opuesto a la práctica contemporánea que se le da a estos términos. Dios, nuestro refugio, nos ha dado su palabra y a lo largo de la historia ha preparado hombres que nos facilitaron y facilitan herramientas de estudio para entender pasajes difíciles o de cualquier índole, no hay nada más hermoso que estudiar, escudriñar, tener sed y hambre de la palabra de Dios; esto es necesario puesto que versículos como estos se podrían prestar para malas interpretaciones y llevar a la iglesia en un error terrible. Dios es el centro, el hombre no.
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