
Moisés Caicedo, mediocampista ecuatoriano del Chelsea, fue una de las grandes figuras en la histórica victoria de su equipo ante el Paris Saint-Germain por 3-0 en la final del Mundial de Clubes, disputada en el MetLife Stadium de Nueva Jersey.
Tras el pitido final, mientras estallaba el caos por una pelea entre jugadores y entrenadores, Caicedo eligió un camino distinto: se arrodilló en el césped, levantó las manos al cielo y oró, agradeciendo públicamente a Dios por el triunfo.
“Quiero agradecerle a Dios, porque sin él esto hubiera sido imposible. Hace días tuve una lesión y pensé que no podía estar aquí, me arrodillé, se lo pedí y hoy gracias a él estoy aquí”, expresó Caicedo al terminar el partido.
El futbolista también manifestó su alegría por representar a Ecuador, diciendo: “Muchas banderas ecuatorianas, muy contento de dejar a mi país en lo más alto. Quiero ser un ejemplo para muchos chicos en mi país y estoy seguro de que pudieron verme”.
El Chelsea rompió los pronósticos y se consagró como el primer campeón del nuevo formato del Mundial de Clubes de 32 equipos, con una actuación dominante sobre el PSG. La presencia del presidente Donald Trump en el estadio subrayó la importancia del evento, que marca la antesala del Mundial de la FIFA 2026 en Estados Unidos, México y Canadá.
Caicedo fue galardonado con el balón de bronce del torneo, reconocimiento al tercer mejor jugador del campeonato, solo superado por Cole Palmer (balón de oro) y Vitinha (balón de plata). Este logro lo convierte en el segundo ecuatoriano en la historia en ser campeón mundial de clubes, emulando la hazaña de Alberto Spencer con Peñarol en 1966.
La carrera de Caicedo ha sido meteórica. Desde sus inicios en Independiente del Valle, pasando por el Brighton & Hove Albion y su traspaso récord al Chelsea, el mediocampista ha demostrado perseverancia y fe, superando lesiones y desafíos para alcanzar la cima del fútbol mundial.
Durante la ceremonia de premiación, Caicedo no ocultó su emoción y reiteró su agradecimiento a Dios, subrayando que su éxito es fruto de la fe y la constancia. Su testimonio impactó a miles de aficionados, inspirando a jóvenes ecuatorianos y a la comunidad cristiana internacional.
El gesto de Caicedo de orar en público tras la victoria fue ampliamente compartido en redes sociales, destacando la importancia de la fe en su vida profesional y personal. Para muchos, su ejemplo es un recordatorio de que la gratitud y la confianza en Dios pueden acompañar el éxito deportivo y personal.
La historia de Caicedo resalta el valor de la humildad y la dependencia de Dios aun en los momentos de mayor gloria. Su actitud invita a otros deportistas y creyentes a reconocer que todo logro es posible gracias a la fuerza y el apoyo de Dios.
El triunfo de Caicedo y Chelsea en el Mundial de Clubes es un hito para el fútbol ecuatoriano y una celebración de la fe y la gratitud, recordando que, como él mismo afirmó, “todo es gracias a Dios”.
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