En un texto, la organización Transparencia Internacional (TI) pide que se tipifique como delito la extorsión sexual
La organización Transparencia Internacional (TI) aboga para que se tipifique como delito la extorsión sexual, un fenómeno puesto bajo el foco en los últimos años por el movimiento #MeToo.
La presidenta de TI, la argentina Delia Ferreira, dijo que el “#MeToo ha sido determinante” para poner el foco en la extorsión sexual, “un fenómeno muy, muy serio presente en todos los países, en el que, obviamente, la mujer y las niñas son desproporcionadamente más afectadas”.
En un informe presentado hoy, TI habla de “sextortion“, lo que ocurre, explicó Ferreira, “cuando hay un intercambio, un ‘quid pro quo’: sexo por un lugar en la escuela, por un puesto de trabajo, por una cama en un hospital, por agua, por tierras, por lo que sea”.
Ferreira resaltó la importancia de definir correctamente este término para “aclarar cuáles son las condiciones que tiene que haber para que haya extorsión sexual, y no sea simplemente un abuso, acoso y otras figuras de violencia de género”.
Esta ONG internacional, con sede central en Berlín, llegó a la conclusión en su documento de que esta extorsión es un tipo de corrupción más dañina incluso que la económica, pues acarrea para las víctimas unas consecuencias físicas y psicológicas muy graves.
“El fenómeno de la corrupción ha sido visto esencialmente como un intercambio de dinero a cambio de una decisión”, un enfoque que “ha permeado la interpretación del fenómeno como algo que tiene que ver con las finanzas y no con el abuso sexual, que es otro tipo de moneda de cambio”, afirmó Ferreira.
El #MeToo arrojó luz sobre la situación
El texto señaló la falta de concienciación que existe en este ámbito, aunque Ferreira propuso un punto de vista algo más optimista: “creo que en general sí hemos avanzado en temas de mujer; el fenómeno #MeToo ha sido determinante en esto”.
Este foco en los problemas que afectan mayoritariamente a las mujeres, indicó Ferreira, se dio gracias al movimiento feminista que nació cuando se hicieron públicas las acusaciones de violencia sexual contra el productor de cine Harvey Weinstein, condenado a principios de año por delitos de acto sexual criminal y violación.
“En caso de que ofreciera papeles a cambio de sexo, obviamente se consideraría un caso de extorsión sexual”, aseguró la presidenta de TI, que, sin embargo, subrayó que ello se dio en el sector privado y, por lo tanto, “algunos no lo considerarían corrupción. Nosotros coincidimos en que sí lo es”.
El informe hizo numerosas recomendaciones para luchar contra la extorsión sexual en los ámbitos público y privado, entre las que destaca “revisar la tipificación de la figura para que haya un castigo justo”.
“Una cosa que se está discutiendo es cómo avanzamos en la tipificación penal en los casos de corrupción y de extorsión sexual”, detalló Ferreira, “y cuál es la intervención de este factor de coerción en la víctima porque esto varía según los tipos penales que hay en muchos países”.
“En Latinoamérica, en algunos códigos penales la extorsión es un delito mayor que la corrupción. Entonces, si tipificas la extorsión sexual en el capítulo de los delitos de corrupción, probablemente obtengas una pena menor que si lo haces como un agravante en los casos de extorsión”, puntualizó Ferreira.
También se necesita obtener una información de calidad y desagregada por género, cuya falta, denunció Ferreira, es “apabullante”.
Mujeres pobres, migrantes o menores, las más vulnerables
El informe incluyó un estudio de los sectores en los que la problemática de la extorsión sexual es más destacada y proporciona una visión general de qué personas son las más vulnerables.
Ferreira resaltó la falta de recursos económicos como factor de riesgo para casos de extorsión sexual, donde “la pobreza y el género hacen un combo muy complicado”.
En cualquier situación las menores de edad corren un mayor riesgo, pero destacaron especialmente los casos en muchas escuelas de todo el planeta, donde hay personas en posiciones de autoridad, por ejemplo profesores, que pueden cometer ese tipo de extorsión.
Las mujeres migrantes son algunas de las más afectadas, al verse envueltas en estas situaciones durante su viaje y también cuando llegan a su destino.
Los campos de refugiados son otros de los lugares en los que preocupa especialmente esta situación, que se repite también en zonas afectadas por catástrofes naturales. En estos ambientes, la expresión “sexo transaccional” se utiliza para describir esta extorsión sexual a cambio de víveres básicos.
En la justicia y en la policía es donde más se reportan casos de extorsión sexual, lo que hace aún más difícil para las víctimas denunciar estos hechos y, por ello, Ferreira hizo hincapié en la importancia de crear “canales efectivos para hacer las denuncias que sean sensibles al género”.
Para proteger a estos grupos de riesgo, además de las medidas enumeradas en el informe, Ferreira pidió una “concienciación general sobre toda la situación de la mujer” para proteger a muchas de la estigmatización que se da en numerosas ocasiones cuando denuncian casos de extorsión sexual.
“En eso -concluyó- estamos avanzando a pasos agigantados en lugares como Latinoamérica, pero tenemos que seguir trabajando”.
Con información de EFE
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