Las llamas del estallido social latinoamericano no parecen extinguirse.
En Bolivia, las protestas originadas el 20 de octubre por exponenciales indicios de fraude electoral en la tercera reelección de Evo Morales tienen a los ciudadanos cada vez más enfurecidos.
El miércoles vivieron la jornada más agitada hasta el momento, con un saldo de 90 heridos, y un joven de 20 años muerto. La ira colectiva llevó a un grupo de manifestantes a incendiar la alcaldía de La Paz, mientras los principales puntos de la ciudad están bloqueados. Además, un grupo opositor autodenominado “Resistencia Cochala” agredió a la alcaldesa de Vinto, Patricia Arce, del partido Movimiento al Socialismo (MAS) de Morales. La retuvieron contra su voluntad durante cuatro horas, la arrastraron descalza por las calles, le cortaron el pelo, y la embadurnaron de pintura roja (foto).
Sumado a lo anterior el líder opositor Luis Fernando Camacho le dio un ultimátum a Morales para que renunciara en un plazo de 48 horas. En respuesta, el Gobierno lo retuvo en el aeropuerto de El Alto, cuando intentaba entrar a la capital boliviana.
Analistas coinciden en que Bolivia vive “un sentimiento de engaño y estafa, asociado con un temor de que se consolide un régimen dictatorial como en Venezuela o Cuba. Difícilmente se calmará la situación si no renuncia Evo. Al parecer la única salida es convocar a nuevas elecciones con un tribunal electoral que garantice la transparencia de las mismas.” Lo cierto es que la situación se está saliendo de control, y Morales no da indicios de ceder.
Be the first to comment