Por: Laureano Pérez Izquierdo
Un fantasma volvió a dejarse ver esta semana en los círculos de poder chinos. Como una maldición. Es el del médico Li Wenliang, aquel que fuera silenciado por el aparato del régimen de Beijing por haber alertado -en diciembre pasado- a otros colegas sobre un nuevo virus que estaba llevándose las vidas de decenas de pacientes en el Hospital Central de Wuhan, la ciudad donde se cree que nació el coronavirus Sars-CoV-2.
Esa misma cepa abordó de inmediato su cuerpo: su vida se apagó el 6 de febrero. Aquel día nació su fantasma. Al conocerse la historia sobre su silenciamiento, la furia se hizo sentir por unas horas en las redes sociales chinas. Pero esa ira también fue silenciada. Nadie podía hablar en China de un síndrome respiratorio agudo que dañara la imagen de la nación.
Esta semana, un colega murió en el mismo hospital donde trabajaba el “mártir de Wuhan”. Hu Weifeng, urólogo de 42 años, se hizo célebre porque la enfermedad lo atacó de tal manera que hasta provocó un cambio en la pigmentación de su piel. Otra vez, una víctima médica. Otra vez el fantasma volvía a surgir bajo el nombre de Wenliang en los foros digitales: 400 millones de menciones obtuvieron ambos médicos. Muchos señalaban a Cai Li, jefe del comité del Partido Comunista Chino (PCC) en el centro hospitalario como el comisario ideológico que terminó por condenar a ambos. Pero luego de la imparable ola de cuestionamientos el robot propagandístico se accionó nuevamente.
Fue días después de que el unívoco Parlamento aprobara una ley que imponía su sistema de seguridad sobre Hong Kong, asestándole un golpe furibundo a los restos de democracia que allí sobreviven. Gracias a esa normativa se tratará a los hongkoneses con la misma rigurosidad que rige al resto de la población continental. Y el poder centralizado hasta podrá instalar sus agencias de inteligencia en el mayor hub financiero asiático. Un disparo a la confidencialidad. Las empresas multinacionales que allí operan entraron en pánico. Los datos podrían estar bajo un peligroso control estatal. ¿Qué haría Beijing con esa información?
Pero no fueron los únicos que vieron en la avanzada una amenaza a sus libertades, no sólo económicas. Los activistas pro-democracia volvieron a salir a las calles y la respuesta del régimen no se hizo esperar. Miles fueron encarcelados. Entre ellos más de un centenar de menores. ¿El más joven? 12 años.
Pero la ex colonia británica no es la única que se siente jaqueada. Taiwán, la perla que siempre anheló el PCC está en alerta. El estrecho marítimo que separa ambas naciones crece en tensión. La presencia de buques de guerra es cada vez mayor. Tanto de China como de los Estados Unidos. ¿Se animará Beijing a cruzar esa línea roja? Lleva casi 70 años queriéndolo hacer. Taipei, en tanto, responde a su modo: les dice a los hongkoneses que resistan y que si no pudieran hacerlo, tiene sus puertas abiertas. Al fin y al cabo, es la democracia más cercana que tienen y con la que más cultura comparten.
Pero el aguijón de Xi Jinping no se posa sólo n esas dos islas prósperas y libres. En las últimas semanas ha relanzado una antigua y recurrente provocación contra un vecino poderoso. Militares que responden al Ejército Popular de Liberación cruzaron la frontera. Escaramuzas de menor gravedad ocurrieron a principios de mayo en el estado de Sikkim al este de India. La instigación no se detuvo: ahora el principal foco de tensión se desarrolla en la región de Kadkh, en el valle de Galwan, que conduce a puntos estratégicos en la frontera himalaya. India y China mantienen varios litigios en los 3.500 kilómetros de frontera que comparten. Y hasta una guerra, relámpago, allá por 1962. Ambos países, además, tienen armas nucleares.
Joshua Wong, fundador del movimiento Demosistō, es una de las figuras claves de la resistencia en Hong Kong. Batalla desde 2014 en las calles contra la represión central. Fue detenido por el régimen y se convirtió en la cara visible del movimiento secundario y universitario que pelea por la democracia en la isla. “Beijing establecerá un nuevo organismo de seguridad nacional en nuestra ciudad. Este nuevo cuerpo de policía secreta probablemente reemplazará al gobierno de Hong Kong y a las fuerzas policiales y lanzará arrestos clandestinos de todos los disidentes en la ciudad, al igual que lo que hicieron con los defensores de los derechos humanos y disidentes en China (continental), como contra el activista de derechos humanos Liu Xiaobo y el librero encarcelado Gui Minhai En otras palabras, la nueva ley sirve como una nueva arma para eliminar todas las aspiraciones democráticas en Hong Kong”, señala Wong a Infobae.
El golpe en la ex colonia preocupó a líderes democráticos de todo el mundo. Desde Boris Johnson en el Reino Unido a Tsai Ing-wen en Taiwán, pasando por parlamentarios de varios países que decidieron comenzar un movimiento para poner un freno a los atropellos del régimen. Cada vez son más los miembros de estos congresos democráticos que se suman a la iniciativa. Aún no se sumó ningún edil de América Latina: las instituciones suelen ser más perezosas por esta parte del globo.
“Para defender la autonomía y las libertades de la ciudad, exhorto al mundo a que se una a Hong Kong una vez más, y se oponga a esta ley draconiana e insto a China a cumplir su compromiso bajo el marco de ‘Un País, Dos Sistemas’. Para el Reino Unido, China ahora está raspando la autonomía prometida en la Declaración Conjunta sino-británica, un tratado internacional legalmente vinculante en las Naciones Unidas. Este es el momento crítico del principio del fin para cada ciudadano en Hong Kong”, agrega Wong, el joven activista de 23 años.
El Reino Unido ya avisó que ofrecerá visas a todo aquel ciudadano hongkonés que quiera abandonar la isla en caso de que se convierta en un territorio bajo absoluta tutela del PCC. Wong respondió ante la consulta sobre esa declaración: “Damos la bienvenida a la oferta de Johnson a los tres millones de hongkoneses”.
“Para las autoridades chinas, las manifestaciones prodemocráticas en Hong Kong subrayaron la fragilidad del acuerdo político que había permitido que la región permaneciera gobernada de manera autónoma. Sin embargo, el debate sobre Hong Kong se ha vuelto tan importante precisamente porque puede insinuar maniobras chinas más agresivas en el futuro”, dice Daniel Erikson, director gerente de Blue Star Strategies y asesor de Joe Biden durante su tiempo como vicepresidente de Barack Obama. El experto en política internacional sigue: “Existe preocupación internacional generalizada de que China no debería obtener los beneficios económicos de la economía libre de Hong Kong sin el estado de derecho que lo sustenta”.
Wong cree que el plan de China post coronavirus comenzó con la ciudad financiera pero que desde 2019 el régimen pretende controlar “la libertad de información y la libertad del capital”. En esa línea coincide con Erikson respecto al futuro de la isla: “Una vez que la legislación sobre seguridad nacional se implemente en Hong Kong, Hong Kong no será más un lugar de mercado libre y puerto libre”.
Respecto a la nueva diplomacia llamada Wolf Warrior Diplomacy, Wong respondió: “Creo que el objetivo de Xi Jinping es pasar de ‘un país, dos sistemas’ al de ‘un país, un sistema’ y exportar una ideología autoritaria a todo el mundo con la institución del 5G con la infraestructura de Huawei”. El joven activista tiene claro los próximos pasos de Beijing: “Se exportará la represión autoritaria, primero en Hong Kong y el próximo (será) Taiwán. Y después el resto del mundo. Por eso Hong Kong tiene que enfrentarlo”.
“Las formas tradicionales de diplomacia blanda de China se han enfrentado a desafíos sin precedentes en la era COVID-19. Por lo tanto, la diplomacia china ahora contiene algunos elementos nuevos, como la ‘diplomacia de las mascarillas’ o una retórica más agresiva destinada a enfrentar los desafíos actuales planteados por la pandemia y la respuesta estadounidense e internacional. En definitiva, a Xi sin duda le gustaría volver al crecimiento económico en auge de China que lo ha convertido en un jugador clave a nivel mundial y en América Latina en particular”, añade Erikson.
Esa estrrategia de Beijing está coordinada. Es parte de la maquinaria propagandística del PCC. La misma que impidió que se luchara contra el coronavirus de manera efectiva desde un primer momento. Los indicios del ocultamiento son cada vez más evidentes. La posible complicidad de la Organización Mundial de la Salud (OMS), también. Las prácticas son variadas: desde cartas intimidatorias enviadas a redacciones periodísticas desde las embajadas en todo el mundo por información y opiniones que incomodan, hasta un bullying feroz en redes sociales.
Wong cree que el reloj corre. Es por eso que pide una acción internacional urgente por parte de actores claves. Uno de ellos es la Unión Europea: “Dado que la UE es uno de los principales promotores de la democracia en el mundo, le pido que apruebe una legislación similar a la Ley Magnitsky e imponga las sanciones necesarias a China. Dado que la UE también es un importante socio comercial de China, también espero que pueda usar su influencia económica para incluir términos de derechos humanos en tratados comerciales para mejorar los estándares de derechos humanos en Hong Kong”. La normativa a la que hace referencia es una ley sancionada en los Estados Unidos en 2012 tendiente a castigar a aquellos que violaban los derechos humanos.
“Cuando China expande agresivamente su modelo autoritario en el extranjero, la Unión Europea tiene mucha influencia económica en su conjunto de herramientas para desempeñar un papel más activo e instar a China a mejorar sus estándares de derechos humanos, respetar la autonomía de Hong Kong y detener la nueva legislación de seguridad que matará al futuro movimiento democrático de la ciudad”, concluye el activista prodemocracia.
Lo que ocurre en Asia debería ser observado con detenimiento por los principales actores de América Latina. Planes de corto alcance podrían condicionar el futuro de las democracias en la región. Sobre todo en aquellas donde las tentaciones de autoritarismo se hacen cada vez más evidentes.
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