POR: GUILLERMO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ
Para entender la actual ola de violencia en Estados Unidos hay que comprender que lo que permite hoy a redes ultraizquierdistas avanzar en su agenda de terrorismo de baja y media intensidad –saqueos, incendios, golpizas y asesinatos– bajo excusa racial, fue la previa destrucción material y moral de la familia –y las comunidades– negras estadounidenses. No es “herencia de la esclavitud” sino de más de medio siglo de ingeniería social en un intenso, creciente y destructivo esfuerzo intelectual y político del mal llamado “progresismo”.
Pobreza, raza y esclavitud
Explica el economista Thomas Sowell en Economía, verdades y mentiras las muchas falacias sobre la raza de la izquierda estadounidense, destacando que “la falacia con peores implicaciones es que las familias actuales carentes de figura paterna, tan predominantes entre los negros contemporáneos, son un ´legado de la esclavitud´ (…) La mayoría de los niños negros crecían en hogares con ambos progenitores, tanto durante la esclavitud como en generaciones posteriores (…) en los primeros años del siglo XX las cifras de matrimonio entre negros eran algo superiores a las de matrimonios entre blancos” y en cuanto al desempleo “en todos los censos entre 1890 y 1950, los negros aparecen con un índice de participación laboral superior al de los blancos”.
Entre los negros de Estados Unidos “en los comienzos de los años treinta los niños que nacían de madres solteras constituían el 31 %” tras décadas de ingeniería social progresista “en los comienzos de los años noventa esta proporción aumentó al 77%” y “cuando estas regresiones se hicieron evidentes (…) la explicación que más se utilizó fue la de que eran ‘legados de la esclavitud’, en aras de evitar la confrontación de realidades contemporáneas”. El problema de fondo es que “si bien la mayoría absoluta de esas familias negras sin el padre presente vivían en la pobreza, más de cuatro quintas partes de las familias donde convivían ambos conyugues no eran pobres”. De hecho, a principios del siglo XXI menos del 10 % de las familias negras con ambos conyugues eran pobres.
Las familias mono parentales perpetuán la pobreza, pero aclara Sowell que “no es el matrimonio en sí lo que reduce de manera drástica la pobreza (…) son los valores y los patrones de conducta que conducen al matrimonio y que producen el mayor impacto sobre muchas otras cosas”.
Raza, delincuencia y violencia
“Pobreza, desempleo y discriminación racial se citan con frecuencia entre las causas principales de los brotes de violencia y criminalidad entre los negros. Muchos están tan convencidos de esto que no ven ninguna necesidad de examinar los hechos históricos” indica Sowell. Los hechos contradicen su mantra. Mientras la criminalidad entre los estadounidenses negros –y entre los blancos– “fue disminuyendo en los años anteriores a la década de los sesenta, con sus históricas leyes de derechos civiles y sus programas de Guerra a la pobreza (…) fue durante la década de los sesenta cuando las tasas de criminalidad (…) comenzaron a dispararse, y fue después de la aprobación de las históricas leyes de derechos civiles cuando los negros empezaron a protagonizar disturbios (…) las ciudades sureñas pocas veces sufrieron a causa de los disturbios (…) no se producían allí donde los negros todavía eran muy pobres o los más oprimidos (…) Detroit fue el lugar de los disturbios más violentos (…) la tasa de pobreza entre la población negra de Detroit apenas llegaba a la mitad de la de los negros a nivel nacional, el número de negros que eran propietarios de viviendas era el más alto en el país, y su tasa de desempleo era del 3.4%, es decir, más baja que la de los blancos a nivel nacional. Detroit fue sacudido por disturbios masivos no porque fuese un área de desastre. Se convirtió en un área de desastre económico después de esos disturbios (…) los barrios sacudidos por los disturbios siguieron siendo zonas de desastre durante décadas” y “la clase media, tanto blanca como negra, optó por trasladarse a los suburbios”.
El año pasado en Estados Unidos, 9,83 asesinatos por millón fueron de blancos asesinados por negros y 10,22 de blancos asesinados por blancos; 53,94 de negros asesinados por negros y apenas 0.77 de negros asesinados por blancos. Por cada dos negros asesinados por blancos caen más de 100 negros asesinados por negros. El verdadero problema de violencia y raza está ahí, pero la mentira y manipulación izquierdista lo niega y el mantra repetido incesantemente por décadas funciona.
El efecto ha sido devastador porque, como indica Sowell, el asunto de fondo es que “hubo un tiempo en que en la comunidad negra, al igual que la irlandesa o la judía, existía un reconocimiento general de que el impacto negativo de la conducta de algunos elementos de su comunidad afectaba a sus otros miembros, más numerosos. Negros, irlandeses y judíos, tenían todos sus organizaciones comunitarias, tanto laicas como religiosas, que procuraban reducir la conducta negativa de algunos en interés de todos. Pero estos esfuerzos se han reducido o han sido socavados hasta tal punto, que la culpa por todos los problemas del grupo se echa a otros, mientras que por dentro, el grupo se mantiene solidario a toda costa, incluso con aquellos que actúan mal”.
Señala Sowel que “Tanto la historia como la estadística revelan la falacia de la explicación que atribuye la actual patología social en los guetos estadounidenses a la herencia de la esclavitud” e identicas patologías sociales –en equivalente patrón de deterioro– también se ven en comunidades de blancos pobres del Reino Unido. Lo que tienen en común los dos grupos es que las patologías sociales se hicieron más pronunciadas “en la segunda mitad del siglo XX, cuando ideas y políticas similares se volvieron predominantes en ambos países” así que “políticos, activistas e ideólogos que afirman haber hallado soluciones, en realidad han causado más problemas de los que había antes” concluye acertadamente Sowell.
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