Fitch rebajó de B+ a B la calificación de riesgo de Costa Rica a causa de las presiones que puede sufrir el país al tener un déficit fiscal más amplio, un calendario de amortización abrupto y restricciones para realizar préstamos, todo esto en un contexto de recesión económica.
La agencia, además, asigna una perspectiva negativa a la calificación, que significa que es probable que en el futuro se vuelva a degradar la nota del país centroamericano, que sirve como una guía para inversionistas que quieran otorgar financiamiento al gobierno.
Fitch señala que la pandemia llega en un momento en que Costa Rica tiene un limitado margen financiero, por lo que ha crecido tanto la deuda como el pago de intereses, además de la incertidumbre respecto a qué tan cara será la nueva deuda y cómo el país podrá, después de la crisis, consolidar sus finanzas y retomar el crecimiento económico.
Fitch supone que la economía costarricense se contraerá en un 4 % este año. Advierte que las medidas para contener el contagio afectarán el consumo interno, así como el empleo.
Asimismo, ven riesgos porque el turismo representa el 6 % de la economía costarricense, medida con el Producto Interno Bruto (PIB), además del impacto que tendrá la recesión económica de los socios comerciales, sobre todo Estados Unidos, destino del 40 % de s exportaciones.
La escala de calificación de Fitch inicia en AAA, que otorga a los emisores de deuda más confiables; desde esta hasta la calificación BBB, se considera un «grado de inversión». Es decir que prestarle a un país con una calificación así es considerado una inversión, más que un riesgo, en Centroamérica solo Panamá tiene una nota así.
La calificación de Costa Rica está dentro de lo que analistas consideran bonos basura. B significa que hay riesgo porque la situación financiera puede variar.
De acuerdo a las proyecciones propias del gobierno, la recesión económica sería de 3.6 % este año y lograrían una recuperación parcial con un crecimiento de 2.3 % en el 2021.
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