La Organización Mundial de la Salud no quería ofender ni al presidente de China ni a quienes se apelliden como él, y por eso omitió la denominación Xi
La nueva variante sudafricana del coronavirus que ha puesto en jaque al mundo podría no haberse denominado Ómicron, como ha sido el caso finalmente. De hecho, si la Organización Mundial de la Salud hubiese seguido su estrategia habitual en cuanto a la denominación de las variantes de riesgo del covid-19, la letra griega elegida ahora habría sido otra.
Según el orden del alfabeto griego, hay dos letras antes de la seleccionada por la OMS (teniendo en cuenta los nombres de variantes del coronavirus ya empleados): N y Xi. En el caso de la primera, que habría dado lugar a la variante Nu, el ente sanitario argumenta que «es demasiado fácil confundirla» con New, ‘nuevo’ en español. Sin embargo, el hecho de no haber optado por la letra Xi tiene mucha más carga simbólica.
¿Por qué? De haberse empleado este nombre para la nueva variante, se habría señalado a China con claridad, al llamarse su presidente Xi Jinping y ser Xi un apellido bastante común en el país. Por eso, y para no molestar a una autoridad del más alto nivel (y menos al haber empezado a surgir la pandemia en tierras chinas a finales de 2019), se ha optado por el nombre de Ómicron, aunque para ello haya habido que saltarse dos letras griegas.
«Las buenas prácticas de la OMS a la hora de poner nombres sugieren evitar causar ofensas a cualquier grupo cultural, social, nacional, regional, profesional y étnico», sentencia la Organización Mundial de la Salud al respecto.
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