
En 1986, una sequía extraordinaria en el Mar de Galilea reveló uno de los hallazgos arqueológicos más significativos para el cristianismo: la “Barca de Jesús”.
La embarcación, hallada cerca de Magdala, fue descubierta por los hermanos Moshe y Yuval Lufan gracias a la bajada del nivel del agua que dejó al descubierto viejas maderas y clavos.
Expertos de la arqueología bíblica, como Danny Herman, destacan que esta barca de unos 2,000 años de antigüedad coincide con el tipo de embarcación citada en los Evangelios y tenía capacidad para unas 12 personas, lo que concuerda con el número de discípulos. Pruebas de carbono-14 confirman que data del siglo I d.C., época de Jesús, y los materiales rústicos usados para repararla sugieren propiedad de pescadores humildes.
Junto a la barca se encontraron una lámpara de aceite y una olla, indicios de que era utilizada en viajes nocturnos, igual que relatan los Evangelios respecto a las travesías de Jesús y sus discípulos en el lago.
El relato bíblico en Mateo 14, Marcos 6 y Juan 6 narra cómo Jesús caminó sobre el agua hacia los discípulos en medio de una tormenta, y la barca llegó precisamente a Gennesaret, el antiguo nombre de Ginosar—el paraje donde se halló la embarcación.
La recuperación de la barca fue descrita como “carrera contra el tiempo” por los arqueólogos, pues tras la sequía llegaron fuertes lluvias. Finalmente, el bote fue preservado y desde el año 2000 se exhibe en el Museo Yigal Allon en Ginosar, recibiendo a peregrinos y estudiosos.
Aunque no se puede asegurar que Jesús estuvo literalmente en esa barca, los estudiosos consideran que el hallazgo respalda la historicidad y contexto de los relatos evangélicos. Esta conexión tangible fortalece la fe de muchos y motiva preguntas sobre el rápido aumento de descubrimientos arqueológicos relacionados con la Biblia.
Algunos citan Daniel 12:4, sugiriendo que el incremento del conocimiento en los últimos tiempos podría ser profético.
Este hallazgo invita a confiar en la veracidad de las Escrituras y nos muestra que cada historia bíblica tiene sólidas bases en la realidad.
Así como los discípulos en la barca fueron llamados a confiar sin dudar, cada creyente es animado a fortalecer su fe ante la evidencia de la fidelidad de Dios en la historia.
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