La concentración de tropas rusas en las fronteras de la antigua república soviética ha derivado en una mayúscula crisis de seguridad en Europa. Kiev aspira a entrar en la OTAN y el Kremlin pugna por mantenerla bajo su influencia
Las tensiones entre Rusia y Ucrania comienzan en 1991, tras la disolución de la Unión Soviética, cuando sus territorios se transformaron en repúblicas independientes. Los mapas, reflejan la posición estratégica de este país, frontera entre dos mundos. Si Ucrania refuerza su alianza con la OTAN o la Unión Europea, Rusia perdería la influencia sobre el país. Si Kiev se acerca a Moscú, Europa perderá una posibilidad de influencia en el este del continente. La OTAN, hasta ahora, no ha abierto la puerta a Ucrania. El proceso de admisión en la organización, en cualquier caso, es largo y complejo y no solo depende de la voluntad del país, que aspira a su incorporación, mientras que Moscú no lo desea.
La confrontación entre los dos países está en marcha desde marzo de 2014. Las protestas en Kiev de miles de ucranios proeuropeos contra el presidente prorruso Víctor Yanukóvich se reprimieron con mucha violencia.
Vladímir Putin aprovechó estos enfrentamientos de 2014 para invadir la península de Crimea, en el sur de Ucrania. En el mapa se aprecia que es un lugar estratégico porque supone la salida de Rusia al mar Negro. Es un territorio que Rusia perdió después de la Segunda Guerra Mundial y que el Kremlin siempre soñó con recuperar. Merece la pena ver cómo celebró la invasión, en un acto multitudinario y pronunciando una frase que explica muy bien el significado de Crimea para Putin.
La invasión de Crimea ha desencadenado protestas internacionales, sanciones económicas para Rusia y peticiones constantes de que devuelva el territorio. Putin ha dicho que nunca lo hará. No solo eso. Desde 2014 apoya a los separatistas rusos en el este de Ucrania en la guerra que libran contra el Gobierno proeuropeo del país.
¿Puede detenerse la acción militar rusa?
Putin ha hablado varias veces con Biden y continúan las conversaciones de alto nivel, pero los funcionarios rusos han advertido que el rechazo occidental a sus demandas clave está conduciendo a un «callejón sin salida».
La pregunta es hasta dónde llegará Rusia. El presidente Biden ha advertido que una invasión a gran escala sería un desastre para Rusia.
Pero, si se trata de una incursión menor, dijo de manera controvertida que Occidente «terminaría en desacuerdo sobre cómo proceder».
La Casa Blanca ha enfatizado que cualquier movimiento a través de la frontera constituye una nueva invasión, pero señala que Rusia tiene otras armas, incluidos ataques cibernéticos y tácticas paramilitares.
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