Nadie debe ser obligado a vacunarse contra el covid-19

A partir del 1º de diciembre del 2021 el Poder Ejecutivo exigirá un certificado de vacunación para acceder a muchos lugares.

Por: José Joaquín Fernández

¡Somos seres humanos libres! Somos adultos. Es responsabilidad de cada uno cuidar de su salud, no del Estado.

Cada uno sabrá si se vacuna o no. Cada cual sabrá si sale o se queda en casa. Quien salga, es responsable por las precauciones sanitarias que tome. No somos esclavos del gobierno ni de nadie para que nos impongan vacuna alguna y nos violen el ejercicio de nuestra libertad individual.

Quienes creen en la vacunación no tienen derecho a imponérsela a quienes no creen en ella. Quienes no creen en la vacunación no tienen derecho a impedir que se vacunen a aquellos que así lo deseen. ¡Respetemos las decisiones de otros sobre sus vidas! La paz social solo se alcanza cuando se respeta el ejercicio de la libertad individual.

En este sentido, la obligatoriedad de vacunarse me recuerda al fascista Benito Mussolini quien decía: «Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado».

El Estado puede preocuparse por nuestra salud, pero no a costa de violentar las libertades individuales. Si el Poder Ejecutivo desea velar por nuestra salud, debe preocuparse en invertir para aumentar la oferta hospitalaria con el fin de evitar la saturación de los hospitales y poder atender a todo aquel que lo necesite. Además, debe invertir en adquirir la cantidad de vacunas que sean necesarias sin depender de donaciones. También debe acelerar el proceso de vacunación y para ello debe incluir la colaboración de la iniciativa privada. La respuesta ante una infección nunca debe ser violentar las libertades individuales, ni de tránsito, ni de comercio, ni de culto, ni de reunión.

No hay nada que le haya impedido al Poder Ejecutivo haber invertido fuertemente, desde principios de marzo del 2020, en el sistema de salud para mejorar la respuesta frente al covid-19 y con ello haber evitado la imposición de restricciones sanitarias. Esta debió haber sido la prioridad del gobierno de Costa Rica, no la cuarentena, ni obligar a la gente a vacunarse ni las políticas draconianas.

Yo creí que el gobierno del Partido Acción Ciudadana (PAC) era partidario de la filosofía “mi cuerpo, mi decisión”. ¿No fue este principio que llevó al Poder Ejecutivo a firmar la norma técnica para la interrupción terapéutica del embarazo? ¿Dónde están los progresistas gritando: ¡Mi cuerpo, mi decisión!?

Ni Suecia ni Nicaragua tienen restricciones sanitarias y no viven ningún apocalipsis sanitario. Ergo, la exigencia de la vacunación es un asunto de ejercicio de control y de poder, que no tiene nada que ver con salud.

¡No más restricciones sanitarias! ¡No más violación a las libertades y garantías constitucionales!

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